Aunque parezca lugar común, es una realidad que a los mexicanos suele costarnos mucho reconocer el éxito de un paisano. Y Saúl Álvarez es una inmejorable muestra de eso.
El Canelo, quien esta noche vuelve a pelear en México después de 11 años y medio, es un boxeador de élite, guste o no. Porque la calidad no siempre va ligada con el carisma.
Cuando inició su carrera, tuvo un enorme impulso por parte de Televisa, lo que provocó que algunos fanáticos lo consideraran un producto prefabricado, sin las cualidades para llegar a la cúspide... Y parecía ser verdad. Incluso, se llegó a especular que el romance con la conductora Marisol González era parte del show montado a su alrededor, aunque ambos han asegurado que sí había amor.
Eso es lo de menos. Lo verdaderamente importante es la evolución boxística que Canelo ha tenido. Quien lo niegue, ve de espalda este deporte o de plano no le entiende.
Y no se trata de gustos, porque está claro que el estilo del chico de la cabellera bermellón no agrada a muchos aficionados, pero eso no significa que sea malo. Tener una, dos, tres o hasta cuatro peleas contra rivales “a modo” puede suceder, pero ¿en serio se cree que sólo hubo bultos en el camino para tener al mismo tiempo los títulos supermedianos del Consejo Mundial de Boxeo, la Asociación Mundial, la Organización Mundial y la Federación Internacional?
Sería absurdo negar que Canelo Álvarez tenía falencias, muchas, cuando irrumpió en la escena del pugilismo mundial, pero también sería simple terquedad asegurar que no ha pulido la gran mayoría.
Todo cambió aquella noche del 14 de septiembre de 2013, cuando recibió una clínica personalizada por parte del estadounidense Floyd Mayweather Jr. Con la derrota, Saúl ganó, porque adquirió la madurez que necesitaba (el golpe de perder el invicto fue poderoso) y aprendió mucho del arte de la defensa en el boxeo, ese que fue copyright de Money.
A partir de entonces, Canelo perfeccionó su estilo, evolucionó poco a poco, y eso es lo que ha molestado a quienes se sientan a ver sus peleas con la esperanza de que la sangre se desborde en el ring. Les tengo noticias: eso tampoco sucederá esta noche contra John Ryder, a quienes muchos aficionados ni siquiera han visto pelear un round, pero ya lo consideran un nuevo bulto en la carrera del tapatío.
No habrá baño de sangre, porque Álvarez no es un púgil de ese estilo. Lo de él es ser certero en los golpes, el juego de cintura y pies, además de nunca ser un blanco fijo para los rivales.
Hace un año, Dmitry Bivol (con quien habrá revancha) le ganó por su mayor alcance, pegada y porque Saúl nunca supo descifrarlo. Sí, esa derrota fue justa, como también lo han sido casi todas sus victorias.
Hoy vuelve a casa Canelo, a quien ya es hora de reconocerle su grandeza.
@blumdanie