Además de tener dos victorias en el PGA Tour y un swing sensacional que lo coloca como uno de los mejores golfistas del mundo, Erik van Rooyen es el nuevo campeón del World Wide Technology Championship en Los Cabos; sin embargo, en medio de la euforia, recordó a su mejor amigo en medio de una enfermedad terminal.
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El golfista de 33 años se mudó de Sudáfrica, lugar donde nació y dio sus primeros pasos en el golf, a Estados Unidos. Allí, lo acogió una familia en la cual se convirtió en uno más, lo ayudaron a adaptarse y sobre todo, encontró en Jon Trasamar, un amigo que se convirtió en hermano para jugar al golf. Desgraciadamente, se encuentra en un hospital a raíz de un cáncer "que se esparció por todo el cuerpo" confiesa Rooyen.
"Dejé Sudáfrica en 2009, vivía en un pueblo pequeño y los campos de golf no eran los mejores. En Estados Unidos, Jon fue mi compañero de cuarto toda la universidad (...) Ahora me gustaría enviarle un mensaje de texto, decirle que lo amo y lo extraño. Todo esto lo pongo en perspectiva, yo juego al golf desde los ocho años y en mis últimos días, no pensaré en los trofeos que gané sino en la gente que amé y me hizo feliz" agregó.
"Me siento entumecido por todo lo que ha pasado en los últimos seis días. Mi amigo Jon está muy enfermo y lo primero que haré será viajar a Minnesota a verlo al hospital" declaró en conferencia de prensa.
La montaña rusa de emociones es provocada por la vibrante remontada que tuvo en el día de campeonato. Comenzó con un bogey en el hoyo 1 y una primera vuelta discreta. Ya en la recta final, remató con seis birdies y cuando llegó con marcador empatado al último hoyo, le puso el broche de oro a una jornada histórica con un águila para cerrar en 27 bajo par y el campeonato en su vitrina.
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A pregunta expresa por el UNIVERSAL Deportes, van Rooyen reveló que a partir del hoyo 15 fue cuando sintió el momento de quiebre y empezó a pensar en que realmente podía ser campeón.
Irónicamente, allí hizo par en cuatro tiros pero, cerró con birdies consecutivos en los hoyos 16, 17 y el águila en el 18.
Erik van Rooyen demostró que la grandeza se demuestra dentro y fuera del campo, y dejó en Los Cabos su huella para la eternidad.
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