Ryan García se aferra a habitar el ojo del huracán. Después de que se informara que el boxeador estadounidense, con ascendencia mexicana, diera positivo en un control antidopaje posterior a la pelea en la que derrotó por decisión mayoritaria a Devin Haney, el 20 de abril, explotó en su cuenta de X (@RyanGarcia), con interminables mensajes cargados de ironía.
Según se informó, García dio positivo por la sustancia PED Ostarine, la cual le habría ayudado a mejorar su rendimiento sobre el cuadrilátero del Barclays Center de Nueva York.
“Lo malo es que no debería haber tomado esto”, fue el primer mensaje de García, el cual fue acompañado por una imagen del suplemento alimenticio que ingirió previo al combate.
Después de eso subió un video en el que aseguró que se siente atacado y calumniado igual que Donald Trump, expresidente de Estados Unidos y precandidato del Partido Republicano al mismo puesto.
“Me ven con Trump y ahora soy positivo por esteroides. Este es un ataque directo, loco”, fue otra de las publicaciones de García en torneo al empresario y político.
Aunque ese no fue su único blanco, ya que aclaró que jamás le daría la revancha a Haney.
“No le voy a dar la revancha. Le gané fácil, de manera justa. Que me condenen antes de tener una revancha con él”, posteó, previo a poner otra publicación, en la que aseguró que “están tratando de quitarme mi mayor victoria… Es un poco triste si lo piensas. No me importa, amo a Dios y Él hará lo correcto”.
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Las publicaciones continuaron y reiteró que no ingirió alguna sustancia prohibida antes del combate, aunque lo hizo de una manera completamente errónea, con homofobia.
“Si tomé esteroides, entonces estoy seguro de que soy gay”, publicó. “¿Por qué diablos me ofrecería como voluntario para una prueba de drogas si planeara consumir drogas? ¿Tiene sentido?”.
“Estoy en el esteroide de Jesús”, fue su último post al respecto.
Pese a que Ryan García derrotó a Devin Haney, no tuvo la posibilidad de quedarse con el título superligero del Consejo Mundial de Boxeo (CMB).
La razón es que un día antes del combate, en la ceremonia de pesaje, rebasó por 1.4 kilogramos el límite de la división, marcado en 63.5.
Es por eso que, para subir al cuadrilátero, debió pagarle a su adversario una penalización de millón y medio de dólares.
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