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Después de hacer historia y entregarle a México su primera medalla olímpica en judo, Prisca Guadalupe Awiti Alcaraz regresó al país en medio de una ovación a la altura de su hazaña, ya consagrada como ídola nacional.
Entre gritos, porras y el Cielito Lindo de fondo, alumnos de todas las edades de la Academia Chi Kai de Guanajuato, familiares y aficionados se acercaron al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México para rendirse ante la medallista de plata en la categoría -63 kg femenil.
Con una sonrisa que va de oreja a oreja en el rostro, Awiti reconoció que “no esperaba que me reciba tanta gente, es como un sueño. Es un resultado muy importante para el país, logré poner el judo mexicano en el mapa y espero que mucha gente empiece a practicarlo”.
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Ganar la primera medalla de judo en la historia de México le provocó a Prisca el deseo de querer dejar su huella en la sociedad.
“Espero esto inspire a otras generaciones y que sepan que todo se puede lograr” agregó.
Finalmente, aunque el duelo ante Andreja Leški no terminó con la presea dorada en sus manos, su llegada al país demostró que Awiti se ganó el cariño eterno de un país que la recibió como heroína.
“Todavía no lo asimilo, es un sueño cumplido” concluyó Awiti antes de partir.
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