Más Información
De cuna americanista, Místico, la gran figura del Consejo Mundial de Lucha Libre compartió con EL UNIVERSAL Deportes otra de sus grandes pasiones en la vida: El futbol.
El balón lo acompañó de niño en el barrio y se volvió parte de su día a día al ver en la cancha a Cuauhtémoc Blanco, un hombre crecido al igual que él, en Tepito.
"De pequeño no me gustaba la lucha libre, lo mío era traer un balón y jugar en el barrio. Ya viene de tradición irle al América, pero recuerdo que me nació el gusto por ver a Cuauhtémoc Blanco, quien es igual del barrio de Tepito y me sentí identificado", comentó Místico.
En ese sentido, El Seminarista de los Ojos Blancos, agradeció a la vida el vivir experiencias al lado de la pelota, revelando que ahora como luchador profesional sigue ligado, recibiendo constantemente artículos de jugadores y árbitros, que guarda con cariño.
Lee también Místico, en camino a convertirse en leyenda de la lucha libre
"Dios me quitó el balón y me puso en el camino de la lucha libre. Ahora tengo amigos jugadores, que me regalan playeras y me gusta mandarlas a enmarcar. Tengo de figuras como Zague, Iván Zamorano y hasta de árbitros como Armando Archundia, son un tesoro".
Por último, el gladiador agradeció a un personaje del futbol que fue vital para su crecimiento dentro del cuadrilátero, el argentino Gabriel Pereyra, quien en su paso por Cruz Azul y Puebla, utilizó su máscara para festejar cada una de sus anotaciones en la Liga MX.
"Le tengo gran cariño a Gabriel Pereyra que inició esto de la lucha libre y el futbol. Recuerdo ver cada semana sus partidos y la forma en la que usaba mi máscara en los festejos. Eso ayudó para convertirme en ídolo", dijo.