Hay jugadores que están hechos para momentos únicos, especiales y esto le sucedió a Mateo Bravo.
Mateo Bravo ha pasado a la historia como el portero que le dio el primer título de Liga a los Tigres, teniendo actuaciones espectaculares, siendo clave en ambas series por el título.
Estaba predestinado a ello.
“Los porteros son una pieza importante dentro de todos los juegos, pero en la final, la actuación del portero es clave y se eleva mucho más el nivel de responsabilidad”, reconoce el ahora comentarista en charla con EL UNIVERSAL Deportes de cara a la final de los felinos contra las Chivas del Guadalajara .
La estancia de Mateo Bravo en los Tigres no fue sencilla. Llegó al equipo regio en 1974, y nunca fue un titular indiscutible, “porque estuve siempre en competencia con grandes porteros, como con mi compadre Pilar Reyes”.
Nunca se vino para abajo, a pesar de no estar en la cancha de forma permanente, de ver los “toros desde la barrera”…. “Debuté a los 20 años en Pachuca. Un día el técnico Álvarez Vega, por la lesión del ‘Tongolele’ Juan Antonio Muñoz. El técnico me dijo: ‘Lo único que te pido es que no hagas más de lo que sabes hacer. Tienes que ser un portero sobrio, seguro, con muchos nervios eso sí, vivaz, porque aquí los timoratos no caben”.
Ya sí fue su carrera, a pesar de ser un portero con un gran resorte, una gran agilidad para ir por el balón, siempre trató de no cometer errores en los momentos claves y así lo hizo en las tres finales que jugó.
“Sí, jugué tres finales y las gané. Una de Copa contra el América, otra contra Pumas y la del Atlante. La cuarta fue contra Cruz Azul entré de relevo y nos ganaron. Fueron grandes batallas”.
A Mateo por lo que más se le recuerda, es por aquella final de la campaña se le recuerda por la final de la campaña 1981-82, la cual se definió en el estadio Azteca, en serie de penaltis, contra el Atlante.
En esa serie, Mateo Bravo atajó tres tiros desde los once pasos, y esto fue gracias a una técnico especial que utilizaba: “Yo siempre estudiaba contra los que me iba a enfrentar, por lo menos saber si eran derechos o zurdos. Si el perfil natural es el izquierdo, difícilmente te cambian al otro lado el disparo. Yo rayaba la mitad del área chica y rayaba a la mitad de mi portería y me cargaba a la derecha o izquierda según fuera el caso, y yo volaba mucha, así que me adelantaba y lograba detener los penaltis… casi todos”.
En la final de la 81-82, Tigres entró como sexto lugar a la Liguilla. En cuartos echó a la Universidad de Guadalajara; en semifinales, eliminó al América; “en el que fue el mejor partido de mi carrera, paré todo en la vuelta”.
Y en la final, en la ida Tigres ganó 2.-1 y en la vuelta perdió 1-0.
Todo se definió en penaltis. “No conocía al Ratón Ayala (jugador argentino que venía de España, del Atlético de Madrid), le dejó el lado derecho para que me tirara ahí y la aventó afuera”.
Ricardo La Volpe, portero del Atlante, le atajó el tiro a Chava Carrillo.
“Estábamos iguales. Y vino Lalo Moses, quien tiraba muy fuerte a la izquierda. Cuando él agachó la cabeza para pegarle al balón, me cargué para ese lado, cuando apenas le pegaba al balón yo ya estaba volando para ese lado y desvié el balón”.
El siguiente tirados de los Potros, fue Sergio Lira y “también se lo detuve, ya estaba liquidado el Atlante. Fuimos campeones con Carlos Miloc, don Carlos nos hizo hombres de bien, igual que que dom Carlos Lostanáu. Fuimos una gran familia con Tomás Boy, Osvaldo Batocletti, gloriosos jugadores que se nos han adelantado”.