Las estadounidenses Madison Keys y Sloane Stephens se citan hoy en la final del Abierto de Estados Unidos, en una definición que coronará a una inédita campeona de Grand Slam y que estará marcada por el sacrificio y el dolor por el que pasaron las dos amigas.
Hace ocho meses, Keys y Ste-phens miraron el Abierto de Australia por televisión. Una operación de muñeca se encargó de frenar el avance de Keys, después de llegar por primera vez al top ten y disputar el Masters de Singapur.
“La temporada anterior fue increíble, tuve muchísimo dolor. Llegué a llorar tras acabar un partido en Beijing”, explicó la número 16 del mundo.
Más grave aún fue la pesadilla que vivió Stephens, casi un año parada para recuperar un tobillo operado, que recién le permitió comenzar a caminar hace cinco meses y que la retrasó más de 900 puestos en el ranking. “No sabía si iba a ser capaz de correr por cada pelota, no sabía si mi potencia y mi timming todavía iban a estar allí”, remarcó la tenista, que llegó a ser 11 del mundo, en 2013.
Los tiempos cambiaron y los dolores quedaron atrás. Hoy sólo pensarán en levantar el primer título grande de sus carreras en Flushing Meadows.