Lo que pintaba para ser un domingo de fiesta, en la , se convirtió en una tarde llena de caos, en la únicamente brilló el desconcierto y la violencia entre grupos antitauronos y aficionados a la fiesta brava.

Durante más de dos horas, familias completas fueron testigos de la falta de empatía entre los grupos participantes, lo que provocó enfrentamientos en varios momentos de la jornada.

El llamado a realizar una protesta pacífica por parte de organizaciones, quienes trabajan en contra del maltrato animal, quedó en el olvido minutos después de pisar el coso de los Insurgentes.

Bajo el lema de "Esa plaza se va a caer", cerca de 500 personas que, desde el medio día, recorrieron la avenida Insurgentes Sur, mostraron su descontento por la apertura de la plaza más grande del mundo tras 623 días cerrada.

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Teniendo un momento de tensión máxima, que encontró en un grupo de personas encapuchadas a los detonantes de enfrentamientos con la policía y algunos fanáticos.

Con piedras, botellas y barretas, el grupo más radical de los manifestantes destrozó parte de la fachada y el acceso principal, generando la reacción de las autoridades la SSC que resistieron y bloquearon la posibilidad de un portazo.

Con el paso de los minutos, y el aumento de la policía en el inmueble los ánimos fueron controlados, retirando a los manifestantes, quienes en su camino confrontaron y agredieron a más personas.

Encontrado en el final de la tarde al colectivo, que ya con vigilancia de las autoridades bloqueó por unos minutos la avenida de los Insurgentes, para después disolverse.

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