Mientras los Panzas Verdes festejan el pase a la final de la en la cual enfrentarán al LAFC de Carlos Vela, en los Tigres ven que poco a poco la gran generación, la mejor de su historia, fenece.

Y poco a poco dice adiós.

León ganó en forma contundente 3-1 (4-3 global), ganó porque fue el que lo buscó, porque fue el que lo mereció ante unos regios que viven del pasado, de sus antiguos blasones, pero eso no gana partidos, ni series, tampoco se llega a la final.

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La ambición que mostró el cuadro de Nicolás Larcamón desde que inició el juego, marcó la diferencia. El premio lo encontraron rápido con el golazo de Fidel Ambriz, un tiro fulminante de fuera del área, al cual Nahuel Guzmán no pudo llegar (9’).

Es verdad que apenas al minuto uno, André-Pierre Gignac pudo anotar un tanto importantísimo, pero el francés ya no tiene la velocidad de antes, y a sus socios les faltó calidad y ambición.

A León no, León fue por todo y moviendo el balón como en los tiempos de Nacho Ambriz, anotó el segundo, vía Ángel Mena (14’).

El juego parecía liquidado a pesar de apenas haber comenzado.

Los Esmeraldas sobrellevaron el juego, pelotearon ante el poco nivel mostrado por el rival, sólo un destello los podría meter al partido.

De la banca Filiberto Fulgencio surgió para darle esperanzas a los Tigres, con una gran jugada individual metió el gol que mandaba el partido a penaltis (68’).

La ilusión les duró diez minutos. De un tiro de esquina, una pelota peinada, Adonis Frías fusiló a Nahuel y León finiquitó el partido (78’).

León a la final, a la final de la Liga de Campeones de la Concacaf donde se verán frente al LAFC de Carlos Vela.

Y Tigres ve como su mejor generación, la mejor de todos los tiempos, muere poco a poco.

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