El Hijo del Santo se alista para cerrar su carrera con una gira de despedida que promete ser histórica; por eso, al echar un vistazo hacia el pasado, es inevitable recordar las grandes enemistades que forjó arriba del cuadrilátero. Una fue la que entabló durante varios años con el Negro Casas, al que considera como el rival más complicado al que se enfrentó sobre el ensogado.
“Te puedo mencionar muchos [rivales complicados], pero un luchador con el que tuve encuentros muy fuertes, y también hermosos en cuanto a técnica: el Negro Casas. Ese era como el Clásico América vs Guadalajara, era el Clásico de la lucha libre”, comentó.
Ante el 4:40, el Enmascarado de Plata sostuvo pleitos de poder a poder en cada una de las arenas en donde se toparon, batallas en las que la incertidumbre se impregnaba alrededor del encordado, bajo la duda de qué llave sería la vencedora: la “de a caballo” o “la casita”.
Como fuera el resultado, tanto en batallas sencillas, de mano a mano, de apuestas de campeonato o hasta de máscara contra cabellera, sus pleitos se caracterizaban por el derroche de intensidad y técnica a ras de lona, al grado de que llegaban a tocar las fibras más profundas del público más exquisito... Y hasta de compañeros consagrados.
“Imagínate cómo eran de interesantes que hacíamos llorar a su papá: Pepe Casas. Hicimos llorar a Ray Mendoza. Un 18 de julio, yo rapé al Negro Casas en Los Ángeles, California, y el réferi fue Ray Mendoza. Dimos una lucha tan buena, que bajando Ray nos felicitó a los dos. Le gané al Negro, lo rapé por segunda vez, pero Ray Mendoza nos dijo: ‘muchachos, los felicito’”, recordó el enmascarado.
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