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Jesús Aguilar es uno de los nuevos rostros mexicanos en la UFC. Un joven afortunado, quien gracias al apoyo de su madre y hermanos se alejó de las malas compañías.
El nacido en Ensenada, Baja California, no olvida sus primeros años en el barrio Punta Banda, uno de los más conflictivos de la ciudad, y en el que fue testigo de la violencia y fuerza del narcotráfico. Una “guerra” que vivió durante años y que intentó seducirlo, lo que resultó una misión fallida, gracias a su familia y las artes marciales mixtas.
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“Se vivía mucha inseguridad, muchos niños abandonados que pasaban 12 o 14 horas en la calle. Con el tiempo se hicieron vagos o se unieron al narcotráfico. Mataron a mi amigo, el narco envolvió a muchos chicos. Yo no sé nombres, nunca quise saber, pero era una guerra”, compartió Aguilar en entrevista con EL UNIVERSAL Deportes.
El fronterizo, quien brilló en el UFC 290 al noquear a Shannon Ross en 17 segundos, recordó que en su juventud se le hizo fácil poseer y vender droga, pero la regresó tras el llamado de atención de su mamá. “Vendía marihuana para sacar un poco más de dinero. Mi mamá se dio cuenta y me hizo regresarla. Era como medio kilo, dije: ‘no lo necesito’”.
Jesús, quien junto a su esposa posee un restaurante de comida japonesa en Ensenada, agregó que sus ganas para salir adelante fueron vitales, sobre todo cuando se fue a Estados Unidos. “Se puso difícil la situación, pensé que al vender un auto podría solventar mis gastos, pero tuve que vender chocolates en la calle, pero eso me hizo aprender más inglés, mi necesidad me hizo aprender muchas cosas y así salí adelante. En el gimnasio me regalaban ropa y después de seis meses me patrocinaron por mis cualidades”.
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