Pitos, más pitos y algún aplauso. Eso es lo que recibió el futbolista catalán Gerard Piqué en los inicios del duelo clasificatorio para el Mundial de Rusia 2018 que hoy enfrentó a España y Albania en el Estadio Rico Pérez de la ciudad española de Alicante.

Ni las pedagógicas explicaciones de Piqué el miércoles sobre por qué defiende el derecho del pueblo catalán a decidir su futuro ni las llamadas a la calma de sus compañeros evitaron que la hinchada española silbara mayoritariamente al central del Barcelona cada vez que el balón llegó a sus pies.

Se repitió así la historia de otras ocasiones, pese a que el defensor dejó claro en su última comparecencia pública que él nunca se pronunció a favor de la independencia de Cataluña, sino a favor de que los catalanes puedan votar en un referéndum su separación o no de España .

Sus palabras, así como las del seleccionador español, Julen Lopetegui, defendiendo su incuestionable compromiso con la selección española, cayeron en saco roto.

Tampoco el abrazo y el choque de palmas que le dio Sergio Ramos antes de que el balón echara a rodar hizo demasiada mella en la opinión de la crítica afición española.

Los fans siguieron pitando a Piqué hasta que los goles de España ayudaron a que se olvidaran un poco del central.

Pese a concentrar toda la atención de los hinchas y las cámaras en los primeros minutos del choque frente a Albania, el central del Barcelona no pareció demasiado tenso por la incómoda situación.

Mientras posaba para la foto con sus compañeros de selección, Piqué esbozó una amplia sonrisa y envió un beso a alguien en la grada.

Durante el partido, la rápida ventaja de los de Lopetegui contribuyó a que los pitos hacia el campeón del mundo y de Europa con España disminuyeran, mientras la hinchada festejaba el buen partido de los suyos al cántico de "¡Yo soy español, español, español!

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