El Real Madrid conquistó la Supercopa de España al ganar 2-0 al Barcelona en el partido de vuelta, gracias a una primera parte en la que los blancos ridiculizaron por momentos a su rival.
Fue el séptimo título del Real Madrid en la “era Zidane” y con los goles de Marco Asensio y Karim Benzema, lo resolvió por un global de 5-1 que marcó exactamente la diferencia que existe entre ambos conjuntos en la actualidad.
No hubo final. Si el Real Madrid lo había dejado casi sentenciado con su triunfo 3-1 en el Camp Nou, en el Santiago Bernabéu se dio un festín en la primera parte ante un equipo derrumbado tanto futbolística como anímicamente.
Los blancos apenas tardaron cuatro minutos en enseñar la diferencia. Fue el tiempo que necesitó Marco Asensio para marcar con un espectacular disparo desde 28 metros.
El Real Madrid jugó de inicio sin Cristiano, Bale, Isco y Casemiro. Y se exhibió. Otra muestra de su gran superioridad, toda una exhibición de músculo. El Barcelona propuso un esquema con tres centrales, pero pareció poco ensayado. Tampoco sus jugadores mostraron alma. El conjunto azulgrana quiso recomponer su figura durante unos minutos, pero a la media hora, el Real Madrid volvió a inspirarse y cuajó varios lapsos espectaculares. Por momentos bailó a su máximo rival mientras el Bernabéu enloquecía. Quería sangre.
El equipo de Zidane maneja ilimitados recursos. Mezcla contraataques con juego de toque, se hace casi indescifrable. Y en una acción rápida llegó su segundo gol. Ocurrió al 38’, cuando Marcelo centró, Umtiti se hizo transparente y Benzema marcó con clase. El francés, criticado en pretemporada, recuperó su mejor tono y se confirmó como la estrella del duelo.
La segunda parte no tuvo historia, porque el Real Madrid se mostró misericordioso con su rival. Prefirió tomárselo con calma viendo al Barça inofensivo.
En un arrebato, Messi mandó una pelota al larguero, el único detalle que dejó el argentino en el Bernabéu. Minutos después, Keylor Navas salvó ante Sergi Roberto y luego Suárez remató al palo.
El encuentro derivó en todo menos lo que debe ser un Clásico. El final no tuvo tensión ni futbol porque el Real Madrid decidió dimitir y el Barcelona pareció no querer enfadarlo.
Y así se marchó un encuentro que sirvió para que los blancos ganaran un nuevo título y de paso constataran la enorme diferencia que existe ahora mismo entre los dos. Los títulos le siguen cayendo en cascada al Madrid.