Después de seis años, Enrique Borja —ya como ídolo y referente de los Pumas— fue vendido al América. Una negociación que marcó un parteaguas en la rivalidad entre las Águilas y el conjunto universitario.
Dejar su casa para emigrar al equipo que comenzaba a ser uno de los poderosos, económicamente hablando, no fue algo grato para el Cyrano; sin embargo, una visita con el mandamás azulcrema lo cambió de parecer.
“Hay un personaje muy importante. A mí me vende el presidente de Pumas [Andrade Pradillo] y, después de un principio muy incierto, tengo la oportunidad de conocer a Emilio Azcárraga Milmo”, recuerda, en charla con EL UNIVERSAL Deportes.
Decirle no al Tigre es complicado, pero más allá de eso, el entonces dueño del América se convirtió en alguien importante dentro y fuera de la cancha para él.
“En el momento que me recibe en Televisa, simple y sencillamente se me queda viendo a los ojos; él y yo solos en su oficina, y me dice: ‘Enrique, confía en mí. En el América te queremos, hemos seguido tu carrera; te irá bien’. A partir de ese momento, ha sido la persona más significativa después de mi papá”, dijo.