A Alfonso Zamora le encantaba salir a pasear por la Villa Olímpica de Munich, en Alemania, allá en 1972, pero ese día, el 5 de septiembre, todo era diferente. “Me di cuenta que algo pasaba, no sabía qué. Había poca gente. Yo iba a intercambiar souvenirs con los otros atletas, pero las caras eran largas. Algo pasaba, no sabía qué”, recuerda quien ganó la medalla de plata para México en el boxeo de esos Olímpicos.

Lo que pasó es que el grupo terrorista palestino conocido como Septiembre Negro había secuestrado a atletas israelíes en plena Villa Olímpica, con un sangriento resultado. “Se había cancelado la pelea contra el español [de cuartos de final del torneo]. Mi manager, mi papá y el doctor Horacio Ramírez Mercado, me aislaron. Pero me fui enterando. Ya en la noche, sabía lo que sucedió, y la verdad es que sí me asusté. Ya quedábamos pocos atletas, pocos mexicanos. [Estaba] muy sombría la Villa, sin la magia de todos los Juegos”, recuerda quien fuera campeón de peso gallo.

Al margen de los actos terroristas, Zamora tuvo que ponerse a trabajar, “mantener el peso. Iba a cada rato al cuarto de vapor a tratar de perder kilos... Había que ir por la medalla”.

En medio del miedo y la tristeza, Zamora logró para México la única medalla en esos Olímpicos, al caer en la final contra el cubano Orlando Martínez.

“Ese es el mejor recuerdo de esos Juegos. Esa cuestión del terrorismo fue una mala pasada de malas personas. Muchos me preguntan qué pasó; supe poco, no fue nada agradable”, finalizó.

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