Hace cinco años, el Infierno abrió sus puertas en la Ciudad de México. En el corazón de la Ciudad de los Deportes, en la Magdalena Mixhuca, se erigió la nueva casa de los Diablos Rojos del México.
A un lustro de la apertura del estadio Alfredo Harp Helú, Francisco Ramos, director del recinto deportivo más moderno en la capital, charló con EL UNIVERSAL Deportes sobre la creación y crecimiento del Diamante de Fuego.
“La huella que pone el estadio en la historia del beisbol en México, específicamente en la capital, es muy notable. Antes de que se inaugurara, el otro estadio [Fray Nano] tenía una capacidad máxima de cuatro mil personas, y el primer año que jugaron aquí, la asistencia promedio fue de cinco mil. Eso es lo importante del desarrollo y fomento del beisbol en la ciudad”, declaró el directivo.
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Con la apertura del AHH, hay un antes y un después en la historia del beisbol capitalino. Tener una casa que ofrezca experiencia inolvidable e identidad ha hecho crecer a la familia escarlata y a la afición a la pelota mexicana, porque las entradas ya son mejores.
“En el año que terminó, el promedio fue de 10 mil personas por partido. Para ser un inmueble que tiene una competencia de cartera y una competencia de toda la oferta de entretenimiento y espectáculo que hay en la CDMX, es buena”, explicó Ramos.
Mañana albergará el primero de dos juegos entre Diablos Rojos y Yankees, hecho que enaltece la importancia de contar con un recinto de esta magnitud, capaz de recibir a casi 22 mil aficionados.