Daniel Lajud tiene sangre libanesa en sus venas. Su bisabuelo fue quien llegó a México, y su abuelo quien le inculcó las tradiciones de aquel país, del que defiende los colores, aunque los juegos como local del equipo nacional no se puedan efectuar en ese territorio.
“Mi abuelo”, menciona el jugador del Panetolikos de la Súper Liga de Grecia, “me hizo prometerle que jugaría para esa selección, para ese país, para la tierra de su padre”.
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En 1940, Líbano, país que se encuentra en el medio oriente y que frecuentemente está envuelto en conflictos bélicos, conformó una selección de futbol, la cual ha desaparecido y vuelto a crearse en diversas ocasiones.
“Se está tratando de crear un buen proyecto, con jugadores, casi todos, de la Liga local [que cuenta con 12 equipos], pero es difícil, sólo se juega en canchas de césped artificial y no hay mucha competencia. Solamente hay algunos seleccionados que estamos en el extranjero, algunos en Canadá, en Estados Unidos; hay otro en Suecia y dos más en Alemania”, menciona.
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Toda esa mezcla de razas y culturas, “hace complicada la comunicación. Bueno, yo ya estoy tomando clases de árabe, algunos hablan inglés. Al final son gente amable y tenemos como objetivo principal participar en la Copa de Asia, ya viene la eliminatoria”.
Y es ahí donde viene el problema, debido a lo complicado que es mantener la estabilidad en el país; por los conflictos bélicos que arrastra no se juega como local en el territorio nacional: “He ido un par de veces al país, pero jugamos como locales en Qatar y Dubai. No me preguntes exactamente por qué, pero así es. He visto noticieros, pasan cosas muy fuertes, pero ojalá que todo eso en algún momento pueda controlarse”, señala el exjugador del Atlante.
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