Es el nuevo niño consentido en la Selección Mexicana, el carismático chico que hurta reflectores y atiende innumerables peticiones de autógrafos o para posar en la selfie, pero eso no significa que pierda el piso ni olvide las jerarquías.
Carlos Acevedo luce como el heredero de la portería nacional, lo respalda con sus actuaciones. Le encantaría ser el dueño del marco tricolor en la Copa del Mundo que Norteamérica organizará en 2026, aunque es cauto y no olvida que la competencia es feroz, sobre todo con Guillermo Ochoa, ese veterano que luce remasterizado en la Salernitana de Italia.
"Poder competir contra grandes arqueros, como Memo, Luis (Malagón) y Toño (Rodríguez), me pone muy feliz", afirma el guardameta del Santos Laguna. "Es una competencia interna sana y deportiva. Los comentarios que se generan aparte son de la afición, y también es parte del show... Hay que aguantarlo, pero me pone muy feliz que a todos nos vaya bien".
Es por eso que hace unos días supo escapar, cuando su popularidad amenazó con ponerlo en el ojo del huracán.
Durante el partido de la Nations League frente a Jamaica, en el Estadio Azteca, la miltitud atacó a Ochoa y solicitó a Carlos, pero él no cayó seducido ante los encantos de la fama.
"En ese momento, mostré mi apoyo para Memo, a quien le tengo un respeto enorme, cariño", subraya. "Lo poco o mucho que me ha tocado convivir con él, se ha portado excepcional, y mi apoyo siempre estará, además de mi competencia, para que todos podamos elevar el nivel".
Porque nada le gustaría más que ser el portero titular en el próximo Mundial. A final de cuentas, la batalla luce centrada en Ochoa y él.
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"Faltan muchos partidos, muchas cosas que vamos a vivir", sentencia. "Estoy muy contento de poder iniciar este proceso y sin duda mi objetivo va a ser finalizarlo, pero haciendo las cosas bien y siendo un líder positivo, que es lo que hoy necesitamos dentro y fuera del campo".
Lo demostró en el choque frente a Estados Unidos, el cual fue especial por ser justo el día que cumplió 27 años de edad, aunque la celebración no fue completa porque la victoria se escapó.
"(Me siento) muy contento por el día especial que también estaba viviendo, porque fue mi cumpleaños", presume Acevedo. "Portar el gafete de la Selección en un clásico fue un sueño. Me hubiera encantado la victoria, ese cero en la portería que buscamos y merecíamos, pero en el futbol hay imponderables y ahora me enfoco en lo que viene para nosotros, que son cosas muy buenas, y vamos a trabajar al máximo para poder conseguirlas".
Porque su sueño es ser titular; eso sí, sin hacer menos a nadie.