Las Vegas.— Apenas Saúl Álvarez tomó el micrófono para dar sus impresiones sobre el empate que protagonizó con Gennady Golovkin la noche del sábado, el público abucheó con tal fiereza que las palabras del mexicano se ahogaron con la ola de críticas que vuelve a dudar del boxeo.

La jueza Adalaide Byrd encargada de impartir (in)justicia le robó el show a dos peleadores que en el centro del ring intercambiaron golpes de forma dramática para crear un nuevo clásico.

La polémica tarjeta de Byrd (118-110), fue el tema principal de la conferencia que ambos boxeadores junto con sus equipos ofrecieron a la prensa. La decisión de la estadounidense fue cruel. Dañó al boxeo y a la credibilidad del Canelo, quien mostró una evolución, pero que no logra despojarse del estigma de ser un peleador creado por la televisión.

Con el empate, al contrato de Álvarez-Golovkin capítulo II, sólo le falta la firma. Así lo reveló Oscar de la Hoya, quien afirmó que existe una cláusula de revancha.

“Ya escucharon a los dos en el ring, quieren pelear de nuevo, los dos no estuvieron de acuerdo”.

Cuando en mayo pasado Canelo y GGG llegaron a un acuerdo para enfrentarse, se estipuló que la victoria del kazajo obligaría a una revancha, no así el triunfo del tapatío.

No hubo personalidad que al término del choque no criticara a Byrd. La jueza que con su pluma amargó la noche en la que los puños de dos hombres pusieron en ebullición al boxeo.

“Pienso que la pelea la ganamos por dos o tres puntos, pero eso no importa si no la forma en la que se califica en Las Vegas, parece que van a diferentes escuelas por la forma tan dispareja que ven las peleas”, declaró Abel Sánchez, entrenador de GGG.

En la esquina de enfrente, José Chepo Reynoso vio victorioso a su peleador, el Canelo Álvarez.

El resultado de una pelea tan cerrada es debatible, pero no el grosero error de Adelaide que obligó al director ejecutivo de la Comisión Atlética de Nevada, Bob Bennett a salir frente a la prensa

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