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Con casi 60 años de vida, el Estadio Azteca sigue siendo la catedral del futbol mexicano.
Es la casa del equipo más popular del país, como lo es el América. Ha tenido como inquilinos a Cruz Azul, Necaxa, Atlante. Ha sido sede de dos inauguraciones y dos finales de Copas del Mundo. En su césped se han disputado juegos de Copa Oro, Copa Libertadores, de la NFL, conciertos, visitas papales y demás.
Pero hay quienes dicen, quienes aseguran que no vale la pena hacer más remodelaciones en el Coloso de Santa Úrsula, que sería mejor tirarlo para reconstruirlo.
Javier Ramírez Campuzano, hijo de Pedro Ramírez Vázquez, uno de los cerebros que diseñó el Azteca, ve inviable que se piense en esa cuestión: “En primer lugar no hay economía para eso —ni para tirarlo ni para reconstruirlo—. Es un estadio, ahora para 80 mil personas, cuando de inicio fue para más de 100 mil, no estamos hablando de cualquier cosa”.
Una cuestión así sólo sería un gasto innecesario, y también una pérdida de tiempo: “Si ya lo tienes, mejor adecualo. Si estuviera en ruinas, sería posible… pero sigue, es funcional, está de pie y sigue siendo uno de los estadios más bonitos del mundo. Es un estadio construido en piedra, qué bárbaros. Es un estadio icónico”.
Además, el Estadio Azteca tiene muchos compromisos qué cumplir: “Hasta 2065 los palcos son propiedad privada y las plateas también. Además de los que se hicieron para el Mundial de México 1986… Me parece que ahí hay un compromiso de 99 años, así que hasta 2085 no se puede hacer nada, debe seguir dando servicios”.
De 1966, año de su inauguración a la fecha, el inmueble ubicado al sur de la Ciudad de México ha tenido cerca de siete remodelaciones, y esto, a decir del arquitecto Vázquez Campuzano, le ha hecho perder algo de su esencia.
Menciona que las adecuaciones no tienen nada satisfecho ni al dueño, Emilio Azcárraga, ni tendrían contento a su padre, Pedro Ramírez Vázquez: “Lo han desvirtuado. Los cambios que se han realizado le han quitado el sabor a futbol. Se han privilegiado los servicios, el confort. Como aficionado debes integrarte como parte del estadio —ese ha sido uno de los grandes retos de la arquitectura—”.