El mundo de la belleza cada vez es más consciente de su impacto en el planeta y de que se necesitan cambios contundentes para reducir su huella ambiental. Por ello, en los últimos años, diversas firmas han implementado una serie de medidas y compromisos (que van desde la etapa de investigación hasta la post-venta) para crear productos más amigables con el entorno.
Dichas acciones no solo responden a las políticas de diferentes gobiernos, sino también a un consumidor más interesado por los artículos que compra y quien muestra más afinidad por marcas que promueven un estilo de vida sustentable, puesto que la belleza va más allá de cómo nos vemos, se trata, además, de cómo nos sentimos.
Los esfuerzos que se han puesto en marcha se relacionan con aspectos como la preservación de los recursos naturales, el uso de materiales menos contaminantes, el manejo inteligente de los residuos, así como estrategias que fomentan la eliminación de pruebas en animales e impulsan el comercio justo.
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En este camino hacia el desarrollo sustentable, firmas como L’Oréal se ubican a la cabeza. La empresa francesa ha presentado diversas iniciativas para asegurar un menor impacto en el entorno, crear productos con una mayor conciencia ambiental, así como para apoyar a diferentes comunidades y grupos vulnerables.
A través del programa L’Oréal por el futuro, esta casa de belleza ha diseñado una estrategia para volverse más sustentable. “Asumimos diferentes compromisos de innovación para 2030, con el fin de ayudar al consumidor a reducir su propio impacto, en cuanto al consumo de agua y la huella de carbono”, señala en entrevista con DE ÚLTIMA Delphine Bouvier, jefa de la Plataforma Abierta de Innovación Sostenible.
Las metas a alcanzar se engloban en tres ejes de acción: medidas para mitigar el impacto en el clima, agua, biodiversidad y recursos naturales; involucrar a clientes, proveedores y consumidores en su estrategia; así como participar en los desafíos tanto ambientales como sociales.
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“Esta iniciativa es muy importante porque no solo nos ayuda a mejorar el producto, sino también a asegurarnos de que nuestra actividad se mantenga en los límites del planeta. Por otro lado, mediante nuestro programa de Ciencias Verdes garantizamos que se desarrollen ingredientes y materiales a partir de recursos naturales renovables.
“De igual manera, aplicamos estas disciplinas científicas en el cultivo innovador. Ejemplo de ello es la centella asiática, la cual es cultivada en Madagascar. La razón de ello es, en primer lugar, para respetar la biodiversidad, y en segundo, porque el clima está cambiando y así nos aseguramos de que el suministro no se agote en la región, además de que ayudamos a la comunidad local”, explica Delphine Bouvier.
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Otro ámbito en el que la firma francesa ha sobresalido es en la experimentación de sus productos, los cuales –de acuerdo con datos de la marca– no se prueban en animales desde 1989. “Comenzamos con estas convicciones éticas que hoy nos identifican a finales de los años setenta. Decidimos transformar los retos en oportunidades”, dice Valérie Michaut, directora de Métodos Alternativos y Pieles Reconstruidas.
La empresa es pionera en el desarrollo de piel humana reconstruida, la cual se usa para evaluar cómo se comportan los ingredientes y fórmulas de los productos cosméticos. Desde hace tres décadas, implementan procedimientos alternativos de prueba como modelos moleculares, sistemas de toxicología expertos y técnicas de imagen.
“Gradualmente, todos los países del mundo han introducido métodos alternativos en lugar de la experimentación con animales para los cosméticos”, apunta Michaut. Sin duda, este es uno de los avances más importantes que sirve de parámetro para las firmas de belleza y cosmética.
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El desarrollo sustentable va más allá de utilizar ingredientes naturales o empaques biodegradables para los productos, se relaciona con diferentes etapas del proceso. Por ejemplo, la firma de alta gama Sisley ha reducido el consumo de agua en sus fábricas en un 22% desde el año 2011, además de que, en 2019, lograron recuperar el 80% de sus residuos.
Para minimizar su huella ambiental, la empresa fabrica el 90% de sus productos en Francia y el resto en otros países de Europa. Además, sus centros de producción cuentan con una certificación de alta calidad ambiental, que contempla la experiencia de vida en el trabajo, gestión responsable, rendimiento económico y respeto al medio ambiente.
La marca estadounidense Aveda, considerada 100% vegana, utiliza en su totalidad materiales reciclados para sus envases, no realiza pruebas en animales, y emplea ingredientes naturales como mango, ginseng, granada, quinoa y manteca de karité. Asimismo, para desarrollar sus fórmulas no usan parabenos, aceites minerales, lanolina ni fragancias sintéticas.
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Esta visión responsable también ha tenido impacto en el mundo de las fragancias. Recientemente, la casa de lujo Givenchy relanzó su icónica fragancia L’Interdit con un rostro más ‘amigable’. La flor de azahar empleada para crear la versión Millésime proviene de un productor local de Egipto. Además, el tamaño de su frasco se redujo en un 10% para utilizar menos materia prima y el cartón de la caja fue elaborado con materiales reciclados.
La belleza sustentable se propone como el camino a seguir para reducir el impacto ambiental de la industria cosmética, así como en un nuevo estilo de vida para los consumidores preocupados por lo que compran y, al mismo tiempo, por el futuro del planeta.