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El sueño es esencial para el bienestar general del cuerpo y la piel no es la excepción. Dormir bien no solo ayuda a mantener un rostro luminoso, sino que también favorece la regeneración celular, reduce los signos de envejecimiento y mejora la apariencia general de la piel.
Durante las horas de sueño, el cuerpo entra en un proceso de reparación y renovación que tiene un impacto directo en cómo lucimos al día siguiente.
Reparación y regeneración celular al dormir
Uno de los beneficios más importantes de dormir bien es la regeneración celular. Mientras dormimos, el cuerpo aumenta la producción de colágeno, una proteína clave que mantiene la piel firme, elástica y con menos líneas de expresión. Además, se reparan los daños causados por factores externos como la contaminación, los rayos UV y el estrés oxidativo.
El ciclo de sueño también favorece la renovación de las células en la piel, permitiendo que las nuevas células se revelen y otorguen un aspecto más fresco y radiante. Este proceso se intensifica especialmente durante las fases más profundas del sueño.
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Dormir bien mejora la hidratación y la circulación
Cuando dormimos, el cuerpo equilibra los niveles de hidratación permitiendo que este órgano se mantenga hidratada de forma natural. Si no dormimos lo suficiente, la barrera protectora de la piel puede debilitarse, resultando en sequedad, irritación y descamación.
Además, el flujo sanguíneo hacia la piel aumenta durante el sueño, lo que permite que los nutrientes lleguen de manera más efectiva a las células, aportando un aspecto más saludable y uniforme.
Una noche de sueño reparador es crucial para reducir las ojeras y bolsas bajo los ojos. Cuando no descansamos adecuadamente, los vasos sanguíneos en la zona ocular se dilatan y se vuelven más visibles, lo que genera las temidas ojeras. Además, la retención de líquidos puede aumentar, lo que provoca la hinchazón debajo de los ojos.
Rutina nocturna para mejorar el descanso y la piel
Limpieza profunda: Retira todas las impurezas del día, como maquillaje y suciedad.
Hidratación: Aplica una crema hidratante nocturna rica en ingredientes como ácido hialurónico o péptidos que favorezcan la regeneración celular.
Sérum con antioxidantes: Usa un sérum con vitamina C o E para combatir el daño oxidativo mientras duermes.
Dormir entre 7 y 9 horas: Este es el tiempo óptimo para que el cuerpo realice sus procesos de reparación.
¿Qué sucede si no dormimos bien?
La falta de sueño tiene efectos negativos inmediatos y a largo plazo en la piel. Estudios científicos han demostrado que la privación del sueño provoca un aumento en la producción de cortisol, la hormona del estrés que rompe las fibras de colágeno y puede acelerar el envejecimiento prematuro.
Además, un estudio realizado por el Journal of Clinical and Experimental Dermatology indicó que las personas que no duermen lo suficiente tienen una mayor tendencia a sufrir de deshidratación cutánea, arrugas profundas y una pérdida de elasticidad.
Dormir bien es, sin duda, uno de los secretos más simples y efectivos para mantener una piel sana, radiante y joven por más tiempo.
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