No hay nada peor que lavar la ropa y darnos cuenta que no se ha secado por completo. Y es que durante la época de lluvia esta tarea se dificulta más porque no todas las personas tienen una secadora en casa.
Desde luego, puedes ir a una lavandería siempre y cuanto estés dispuesta a pagar por el servicio. Aunque si quieres ahorrarte unos centavos, lo mejor que puedes hacer es secarla desde la comodidad de tu hogar.
Y sí, sabemos que tu primera alternativa será colocarla bajo los rayos del Sol. Por obvias razones esto se complicará durante la temporada de lluvias, así que hoy te compartimos un excelente consejo.
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Erróneamente se piensa que secar la ropa es una “carga extra” de trabajo y muchas personas deciden saltarse este paso dejando sus prendas húmedas. ¿Te ha sucedido algo similar?
El proceso de secado es igual de importante que el lavado, ya que con ambos nos aseguramos de eliminar las bacterias y hongos que se esconden en la ropa. De igual manera, sirve para deshacernos de los malos olores que acumulamos durante el día.
Podemos identificar la presencia de humedad si sobre la tela aparecen manchas blancas, negras o verdes. En este caso, deberás recurrir a productos abrasivos como la lejía, vinagre y bicarbonato de sodio para eliminarlas.
Es posible ahorrarte muchos problemas si secas la ropa después de lavarla. El primer consejo que te damos para la temporada de lluvia es no colgarla en espacios cerrados (como el baño, un cuarto sin ventanas o la sala).
Las anteriores zonas representan puntos de humedad. Lo ideal es acomodar tu ropa en ganchos y distribuirla en zonas amplias, por ejemplo, la cochera, una habitación con aire acondicionado e incluso en las escaleras.
Sobre una superficie, acomoda una toalla de baño y encima coloca la prenda mojada. Envuelve tu ropa con la toalla (a manera de rollito) y aprieta con fuerza para exprimir el exceso de agua.
Esta técnica de “estrujado” te dará mejores resultados utilizando una toalla gruesa. Aplica para blusas, calzones, calcetines y pantalones elaborados con algodón.
No pongas a secar la ropa sobre una silla, mesa o el sofá. Busca lugares altos de tu casa para colgarla y que se seque: arriba de un mueble, en una lámpara del techo (obviamente apagada), en el marco de la puerta, etcétera.
Con este método te aseguras de que el aire circule entre todas las prendas. Aplica para blusas, camisas, vestidos, jeans, faldas de mezclilla y blazers.
Si bien este truco tiene un alto nivel de efectividad, debes tener cuidado con los cambios de temperaturas. Algunos tejidos son más delicados que otros y podrían encogerse si los expones demasiado tiempo al calor.
Para utilizar el ventilador, colócalo a una distancia de 30 centímetros y pasa todas las caras de la prenda frente a las aspas. Si tu aparato tiene secado con aire frío, no dudes en utilizarlo.
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