Pese a las dificultades económicas para “sobrevivir” y mantener viva una revista con 35 años de historia, y a la frustración de haber tenido que reducir la edición de Artes de México de cuatro números a uno o acaso dos cada año, el 2023 ha sido un gran año para Margarita de Orellana y para Alberto Ruy Sánchez, los dos editores que por “su destacada trayectoria de más de tres décadas en el mundo de la edición y promoción del libro y la cultura mexicana” recibirán el Homenaje al Mérito Editorial el 27 de noviembre en la próxima Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Es un año doblemente importante para Margarita, a quien la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem) le entregará pasado mañana el Premio Juan Pablos al Mérito Editorial 2023 por “su gran trayectoria y trabajo en el mundo editorial”.
De Orellana, doctora en Historia, consultora histórica de exposiciones, libros, series de televisión y películas, codirectora de la revista Artes de México y autora de libros que analizan la cultura mexicana, asegura estar emocionada: “Alberto ganó el Juan Pablo hace 16 años, entonces que me lo den ahora a mí no lo esperaba, menos el reconocimiento de la FIL”.
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¿Premian tu convicción de que el arte mexicano es potencia?
Estoy muy contenta; lo que más me gusta es que a pesar de que hemos construido una manera un poco distinta de acercarnos a la cultura mexicana, esto sea reconocido no sólo por el gremio, sino por los lectores. Es de una satisfacción muy grande pues no es fácil introducir conceptos nuevos.
¿Tan distinta que en la revista han construido una enciclopedia de México en 35 años?
La idea de Artes de México es que cada uno de los números tenga información que no pase de moda, es como si hicieras una enciclopedia o un trabajo clásico, y que esa información que está ahí, muy bien construida tanto por autores como artistas, va a permanecer. Cuando empezamos, hace 35 años Alberto y yo hicimos una lista, eran como 200 temas y de repente nos empezaron a llegar otros temas y se hizo enorme la lista, nunca, nunca vamos a terminar de construir estas composiciones extrañas, esta especie de conjunto de saberes que queremos que todo el mundo conozca.
¿En 35 años has encontrado los elementos, una forma para hacer el trabajo editorial?
Yo trabajé historia de México, historia de la Revolución, pero con conceptos que me llegaban de otras partes del mundo, te acostumbras a tener instrumentos de análisis que te ayudan a ordenar la información que dan los autores, de tal manera que al terminar de leerlo te sientas satisfecho, que digas, esto no lo veía de esta manera, pero gracias a estos autores puedo entrar en un tema que aparentemente todos conocemos, pero que en realidad conocemos muy poco. Eso ha sido como una aventura. Trabajamos los textos, pero vamos más allá, vamos a los lugares de donde salen los temas y tienes otras perspectivas al conocer un poco dónde estás, quiénes están allí, cómo son las calles, cómo se construyó, te cambia el panorama; así, como editor, te sale la realidad del libro y cuando empiezas a editar, ya con esa realidad externa puedes enriquecer el material, de otra manera no es fácil. Nosotros siempre hacemos trabajo de campo.
¿Cuál es tú balance de lo que has hecho?
Cuando empiezas a trabajar en la edición no te das cuenta de cómo te vas apasionando con el tema, sobre todo si lo ves como una aventura, como una excursión a los temas de este país, inmensos y variados. Nos gusta que detonamos otras publicaciones. Casi cada número es un detonador de publicaciones, de conferencias, de seminarios que se dan sobre esos temas. La publicación permite que haya una continuidad en el conocimiento de tantos aspectos de nuestra cultura.
Hablas de pasión editorial ¿aún persiste en estos tiempos de austeridad y cancelación de proyectos culturales?
Es una revista pequeña, desde que empezamos han pasado 35 años, todo es distinto, lo digital, todo. Cuando empezamos sí se vendía la publicidad, eso nos ayudó mucho; después nos acercamos a patrocinadores que querían que los temas que a ellos les interesaban fueran estudiados. Fue el caso del chile, fue el caso del tequila, que querían un trabajo a profundidad de sus productos; eso nos ayudaba mucho económicamente y empezamos a crecer porque la publicidad es esencial en una revista. Pero con tantos cambios, esto se ha visto mermado, ya no hay publicidad, como que se encogió para publicaciones como las nuestras, pero dejamos de ser muy formales, porque en los últimos cuatro años llegamos a tener cuatro números de Artes de México al año, más 10 libros que editábamos, ahora tenemos uno o dos y pues un libro si nos va bien. Creo que es pasajero y espero que más adelante podamos crecer otra vez y que la publicidad regrese y que los patrocinadores regresen. Por ahora han regresado muy pocos, pero eso da esperanza de que vamos a avanzar y van a apreciar nuestro trabajo.
¿Hacia dónde vas, qué falta?
Hemos incursionado poco en lo digital, tenemos las redes y la página, pero yo me siento un poco ajena y por eso creo que tiene que haber un relevo generacional, ya son 35 años, creo que hay jóvenes que tienen estas inquietudes y la pasión por nuestra cultura que puedan desarrollar lo mismo en otras tecnologías, porque si yo incursiono en esto no sabría cómo hacerlo, si apenas sabía como hacerlo antes.
¿Dar espacio para otras formas de editar, pero no te retiras?
Yo no podría hacer más que esto que sé hacer. No sabría cómo hacer la revista digital, nos la han pedido muchísimas veces y hemos incursionado con libros, pero eso no te da de comer, porque no sabemos a lo mejor de qué manera hacerlo rentable. Nos quedamos un poco atrás. Nosotros con la publicidad y con los patrocinadores podíamos subsidiar al lector, como nos tardamos tanto tiempo en cada una, si no tuvieron ni la publicidad ni los patrocinios ni nada, pues costaría 1500 pesos o 2 mil pesos cada revista, y la verdad el precio que damos es para que todo el mundo pueda comprarla.
Si encuentro editores súper buenos, que sí hay y muchos, yo dejaría el camino para que ellos lo retomaran y simplemente sería una asesora o trabajaría directamente en las páginas de la revista, digital o no, pero sí creo que todas estas estrategias nuevas no las podría hacer. No hacer un retiro completo, pero sí es tiempo de dar paso a alguien más. Lo más estimulante es toda la gente joven que viene y quiere trabajar nuestra cultura.
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¿La crisis es por la cancelación de compras institucionales?
Todos estos años, las bibliotecas de la SEP nos han comprado mucho menos que antes; en un concurso del año pasado escogieron unos 10 libros que estaban fuera del mercado porque se agotaron; nosotros desde hace 25 años hacemos libros bilingües, como el que hicimos con León-Portilla sobre Erotismo náhuatl, nos compraron y eso nos hizo sentir que lo que hicimos hace 20 o 25 años está vigente y sirve. Eso fue un milagro. Ahora estamos un poco a la expectativa de ver hacia dónde vamos, pero me queda clarísimo que hay que transformarse, dejar que los chavos hablen.
¿Ustedes se han diversificado?
Tenemos exposiciones que hemos llevado al mundo, como Luz portátil, 33 libros que llevamos a España, a Francia, con gran sorpresa decían “cómo es posible que en México hay tantos fotógrafos tan diferentes uno del otro, con temas tan apasionantes”. Tenemos otra exposición, de huicholes, que trabajamos con Benítez Sánchez, con objetos rituales; y una de platos pintados por artistas que trabajan con nosotros. La idea es dejar un patrimonio, no sólo las publicaciones, sino también todo lo que se puede producir a partir de ellas. Eso ha sido un sueño.
¿De qué irá tu discurso del Premio Juan Pablos?
Hablo de los tiempos de la edición, cada tiempo a dónde me ha llevado, dónde ha empezado y dónde ha terminado. De la edición como un túnel del tiempo, donde de repente pasaron 35 años, ¿a qué hora?, me metí en un túnel y ya no salí, y cuando salgo y me dan estos premios, es una sorpresa. Y luego todos los instrumentos y las preguntas que hacemos los editores a los especialistas para lograr hacer una publicación que tenga mucho sentido y que pueda ayudar a comprender este país, que a veces es un túnel muy oscuro.
¿Este sexenio ha sido un túnel oscuro?
Nosotros hemos hecho lo mismo, editando sabiendo que ya no es la velocidad de antes, que ya no es la cantidad de publicaciones, pero el punto de vista y la comprensión de este intento de comprender México no cesa. Hemos pasado, aunque sea con pocas ediciones, como si hubieras pasado como una selva salvaje rápido, y esperando que se vuelva a tomar a la cultura. Es verdad que es muy satisfactorio que se haya dado tanta importancia al arte popular, porque cuando empezamos hace 35 años, no estaba en el radar de la gente.
¿Estos premios en 2023 lo hacen un buen año?
Lo hacen un año inesperado, sorprendente, de una enorme alegría, de mirar al pasado de una manera rapidísima y decir ha pasado mucho tiempo, no me lo esperaba, me da tanta alegría y es sorprendente.