El Museo , dedicado a niños y jóvenes, finalmente inauguró el 25 de febrero. Se tardó siete años.

El museo, cuyo nombre está en náhuatl y significa “nuevo”, está ubicado afuera de la estación del Metro Constitución 1917, en Iztapalapa, y es una apuesta por la descentralización de la cultura.

“Es un museo que está en una zona donde no hay museos de esta dimensión —abarca más de 19 mil metros cuadrados y mide 36 metros de alto—, es una estrategia de descentralización como política cultural del Gobierno de la Ciudad de México. Hacer un museo de esta dimensión y gratuito es innovador”, dijo la secretaria de Cultura de la , Claudia Curiel de Icaza, a este diario el pasado 28 de febrero.

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Lo que ocasionó que el Museo Yancuic —que tuvo un costo de 529 millones de pesos y costará al erario 20 mdp anuales para su mantenimiento— tardara tanto en abrir al público fueron cuestiones políticas, por el cambio de gobierno, y ahora se ve afectado una vez más por este motivo, pues el calendario electoral tuvo más peso que las necesidades de la comunidad: el recinto inauguró con detalles pendientes y como una versión austera de lo que se buscaba ofrecer originalmente.

Falta de congruencia

Las temáticas del Museo Yancuic son la ciencia y tecnología, mientras que su vocación es concientizar a los visitantes sobre el calentamiento global. Paradójicamente el museo no cuenta con celdas solares y es una inmensa construcción de concreto con escasas áreas verdes.

Hay un par de jardineras en los costados del museo, así como apenas una docena de árboles y un huerto, cuyo acceso es restringido, pues sólo puede ser usado por aquellos que se inscriban a un taller en el Punto de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes (PILARES) “Yancuic”.

En un sondeo que realizó EL UNIVERSAL a un grupo de visitantes, la mayoría coincidió en que al recinto le faltan espacios verdes:

“Sí, faltan espacios verdes, sobre todo para los niños. Está corto el recorrido, pero estaría bien (un pasto) para descansar o esperar ahí a los niños”, comentaron Fernando y Hortensia, quienes asistieron con sus dos hijos.

“Sí le hacen falta más áreas verdes, pero también la gente no sabe ni apreciarlo ni cuidarlo, entonces siempre estaría sucio”, dijo Ana María Rojas, otra visitante.

La cuestión es que al inicio del proyecto se contemplaban muchísimas más áreas verdes para el museo. Pero el diseño original del recinto se modificó cuando llegó Claudia Sheinbaum como jefa de Gobierno.

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En 2015, el estudio de Rodríguez Bernal y su socia Laura Sánchez Penichet fue elegido como el ganador de la concesión que realizó el Museo Interactivo Infantil, AC. (Papalote), junto con el despacho MX_SI (Barcelona), entonces integrado por los arquitectos Mara Partida, Boris Bezan y Héctor Mendoza, y hoy dividido entre Mendoza Partida y BAX Studio. La construcción inició en 2017, pero no se concluyó. En enero de 2019, con el cambio de gobierno, se canceló la concesión con Papalote y a los arquitectos se les excluyó del proyecto.

De acuerdo con renders de la oficina de SPRB, se puede observar que se planteaban varias áreas verdes: el bosque/ el jardín de Iztapalapa, el patio encantado y el espejo del bosque en la planta baja; en el piso uno estaría el huerto temático, el huerto experimental de hortalizas y el huerto experimental de frutas; en el piso dos habría dos áreas verdes llamadas las chinampas de vegetación lacustre y un invernadero, y en el último nivel habría un jardín.

El museo sí cuenta con otras características sustentables, como que prioriza la luz y ventilación natural y tiene un sistema de captación de lluvia, pero esas obras características se alcanzaron a construir antes del cambio de sexenio.

Pendientes

El museo está compuesto por cuatro salas permanentes, con pantallas para proyecciones, pantallas táctiles con juegos, una que recrea los distintos tipos de ecosistemas y otra en la que hay una montaña y asientos, donde los niños escucharán una explicación sobre el cambio climático. La museografía fue diseñada en el plazo de un año y costó 38 millones de pesos. El museo también tiene otras dos salas donde habrá exposiciones temporales en colaboración con universidades.

Sin embargo, para cuando abrió sus puertas, a cinco días de la veda electoral, el Yancuic no estaba 100% terminado. Por ejemplo, a la prensa se le presentó el tercer nivel, donde se ubicará la zona de estudio, pero una vez abierto el recinto al público, esa área estaba restringida, pues aún no estaba terminada.

Y como un museo del siglo XXI debe ser inclusivo, el Yancuic ofrece baños familiares y textos en náhuatl. También se consideró un lactario, donde las madres puedan amamantar con tranquilidad, pero ese espacio abrirá próximamente. Lo que no se consideró fue al público con discapacidad visual, pues no hay textos en braille ni líneas podotáctiles. Al ser cuestionada al respecto, la secretaria de Cultura de la Ciudad de México explicó que el braille se agregará en el futuro.

La funcionaria también señaló que el Museo Yancuic es innovador porque además de las salas, “tiene una estrategia intensa de educación continua y trabajo con la comunidad”, sin embargo, en su sitio web no hay actividades agendadas ni para marzo ni abril.

“Siento que falta más interacción para los niños, más actividades para que jueguen”, señaló Susana.

“No sé que vayan a poner arriba, pero creo que falta una zona prehistórica, me gustaría ver algo así”, comentó Valeria, quien visitó el museo con sus hermanos.

Un museo bienvenido

Pese a la ausencia de espacios verdes, el Museo Yancuic se siente como un remanso de tranquilidad en una zona hostil. El espacio es fresco e iluminado, con ambiente familiar y servicios como Wi-Fi, cafetería, área de estudio y una librería del Fondo de Cultura Económica.

El recinto es un espacio ideal para pasear y libre de costo —ni la entrada ni el estacionamiento se cobran— que ya está teniendo buen recibimiento por parte del público. Tan sólo en su primer domingo recibió a más de 3 mil visitantes, de las 4 mil personas que se estima lleguen por día. Para su segundo fin de semana, incluso fue necesario hacer filas para poder entrar a las salas.

“No hay espacios similares. Me encantó”, dijo Ana María Rojas.

“Es un museo amplio y la librería está muy padre”, destacó Susana, madre de familia.

Aunque el público objetivo es el infantil y juvenil, el museo ha tenido éxito entre las personas de la tercera edad, quienes también están ávidas de espacios recreativos.

“Está muy bien que haya un museo por acá. Aunque seamos adultos está bien que aprendamos nuevas cosas”, dijo la señora Carmen.

“Es la primera vez que asisto a un museo a mis 73 años, me pareció muy bonito. Creo que es un museo para todos, niños, jóvenes y adultos”, declaró la señora Atala.

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