Cuando hace casi 47 años, en septiembre de 1974, Ángela Gurría se convirtió en la primera mujer en ingresar a la Academia de las Artes, dijo que aunque el arte era elitista, todos podíamos formar parte de esa élite y que el medio era la educación. En una entrevista con EL UNIVERSAL, publicada el 7 de septiembre de ese año, habló de los jóvenes artistas escultores, los definió como seguros, mucho más que los de su generación y pronosticó: “Habrá un resurgimiento fantástico en esta rama del arte precisamente en el momento en que el Estado le dé también la importancia que debe tener”. En la ceremonia, con Gurría estuvieron los artistas Juan O’Gorman y Federico Canessi.
Para entonces, Gurría ya había expuesto de manera individual, creado obra pública que aún hoy está en museos y avenidas; ganado premios y menciones en bienales, y trabajaba explorando técnicas, materiales, formas. Hacía escultura abstracta con elementos que evocaban la figuración —no era la de Ruptura pero consolidó una obra ajena a la del muralismo—; ya no hacía escultura sacra como en sus inicios; había creado también dibujo, telares y vitrales.
Nacida en 1929, Ángela vive en Coyoacán; la pandemia y sus problemas de salud impiden que dé entrevistas y que se desplace a ver la exposición. Los directores de la galería se reunieron con ella hace más de un año, pero la pandemia la pospuso.
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Su hijo Emilio Javelly Gurría relata que todavía hace dos años, invitada por su amiga y artista, Carmen Parra, Ángela Gurría hizo unos cuantos dibujos y que esto derivó en su última serie de pequeñas esculturas.
Lily Kassner en su Diccionario de escultores mexicanos del siglo XX dedica varias páginas al perfil, obras y exhibiciones de Gurría, quien se formó en Filosofía y Letras de la UNAM, pero que se decantó por la escultura, primero de forma autodidacta y luego al lado de Germán Cueto y de Mario Zamora; la describe como renovadora del arte sacro mexicano, y enumera sus facetas como creadora, maestra, autora de arte público, investigadora de los materiales, y artista que llevó sus obras a muchos lugares. “Ángela Gurría es uno de nuestros más altos exponentes del arte de la forma, el volumen y el espacio. Por más de cinco (siete) décadas su trabajo ha sido luminoso, consistente y tenaz. Es una artista que se inventa maneras de cambiar el espacio”.
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La obra de ella se caracteriza por las muchas exploraciones. Hay una cualidad que su hijo señala: “Ha sido muy exigente siempre con su trabajo, nunca quiso repetirse, hacer lo que otros estaban haciendo; por eso, quizás no había constantes exposiciones, porque ella lo pensaba mucho, investigaba, dibujaba para hallar una nueva serie, un material con qué trabajar”.
60 PIEZAS integran la muestra Escuchar la materia , que expone Proyectos Monclova
En exhibición
La galería presenta obras que abarcan de los años 60 hasta las más recientes, en cantera, mármol, obsidiana; también maquetas en plata. En cuanto a temas, la naturaleza es predominante: cactus, flores, mariposas, y por otra parte elementos prehispánicos, como la calaca.
Polina Stroganova, directora de Proyectos Monclova, dice: “Para esta primera exposición de Ángela Gurría queríamos hacer una selección de obra muy precisa en cuanto al material y al lenguaje formal. Escuchar la materia es un título que incluye algo muy importante: el sonido; ella ha dicho que fue muy importante, de joven, escuchar el ritmo de la cantera, y el sonido es algo que ha tenido muy presente en su obra —hay unas con metal que con el aire producen sonido— y lo otro es trabajar con el material y respetar sus propiedades. La exposición contrasta y revela cómo trabajaba las propiedades de cada material que usaba; vemos cómo maneja las formas de manera muy orgánica. Lograba con gestos muy sintéticos obras que nos llevan a ciertas interpretaciones”.
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Reconocida en 2013 con el Premio Nacional de Ciencias y Artes, Gurría es también autora de obras como Señales, en la Ruta de la Amistad; Río Papaloapan, en el MAM, o el monumento Homenaje al trabajador del drenaje profundo, en Tenayuca.
En su discurso de ingreso a la Academia de Artes en 1974, dio cuenta de su comprensión del arte: “Desde que aprendí a distinguir el lenguaje diferente de la verticalidad de un árbol, del que nos habla mediante la elasticidad de un cuerpo o el juego de un volumen, siempre he encontrado en la forma un medio de aproximarme al sentido de las cosas, de descubrir la armonía del universo”.
La exposición se presenta en Proyectos Monclova, en Lamartine 415, Polanco.