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Madrid. —La escritora Isabel Allende considera que el cierre hermético de fronteras no solamente es un crimen, sino una solución temporal, porque el cambio climático potenciará cada vez más el desplazamiento de migrantes y refugiados, apunta en entrevista con EL UNIVERSAL.

Allende acaba de publicar su más reciente novela, Largo pétalo de mar (Penguin Random House), en la que relata las aventuras y desventuras de Víctor y Roser, una pareja catalana que formó parte del contingente de exiliados que llegaron a Chile tras la Guerra Civil Española, en 1939.

Por la obra, para la que se documentó a fondo, desfilan como personajes secundarios su tío, el presidente Salvador Allende, y el poeta Pablo Neruda, a quien la autora rinde homenaje abriendo cada capítulo con un verso de su poemario.

Isabel Allende, quien porta inmejorablemente sus 76 años de edad y responde de manera precisa, sosegada, con un marcado acento chileno, es también una novelista supersticiosa: todos sus libros los empieza a escribir el 8 de enero.

¿Cuáles son los ingredientes que utilizó para facturar Largo pétalo de mar?

El ingrediente fundamental es el destierro, el exilio, los refugiados españoles que salieron al fin de la guerra civil en 1939 y 2 mil de ellos fueron llevados a Chile en el navío Winnipeg, fletado por Pablo Neruda. Pero también hay una historia de amor y camaradería. Es una novela bastante política.

Las circunstancias de los exiliados han empeorado. Frente a las fronteras abiertas a los refugiados del siglo pasado en países como México, Chile o Argentina, hoy asistimos a un amurallamiento prácticamente generalizado, sobre todo en EU y Europa...

Es algo que me transmite una situación de angustia, porque la gente que va en busca de asilo está desesperada. Lo hacen para salvar la vida. Tengo una asociación que trabaja con refugiados y me conmueven las tragedias de cada uno de ellos. Yo misma he experimentado lo que significa desarraigarte de tu propia tierra, siempre con el ojo puesto en regresar y resulta que cuando uno regresa, ya no perteneces a ese lugar. Hace décadas el tiempo promedio que pasaba un refugiado fuera de su tierra eran 17 años. Ahora se calcula que son 25.

En este sentido, el cierre de fronteras sería un crimen de lesa humanidad...

No solamente es un crimen sino una solución temporal, porque cada vez va a haber más refugiados con el cambio climático, sobre todo cuando empiece la guerra del agua. La humanidad a nivel global tiene que resolverlo, ya sea fortaleciendo y mejorando las circunstancias en los lugares de origen o integrando a la gente en la sociedad que los recibe.

¿Cuál es la manera de detener esta nueva oleada nacionalista?

Se ha frenado por décadas con instituciones democráticas fuertes. Pero cuando se atacan esas instituciones, como está haciendo Donald Trump en Estados Unidos, es muy peligroso.

¿Comparte la impresión de que América Latina pareciera estar condenada a experimentar avances y retrocesos de manera cíclica, como los personajes de Largo pétalo de mar?

Los personajes de mi libro llegan refugiados a Chile, echan raíces y luego viene un golpe militar y en circunstancias muy similares al primer exilio tienen que volver a exiliarse. Estos ciclos históricos no sólo se repiten en Latinoamérica. He vivido lo suficiente, tengo 76 años, para ver cómo va y viene la ley del péndulo. En los años 60 y 70 hubo en Latinoamérica una tendencia hacia la izquierda. Luego vino una vuelta a las dictaduras militares, y así vamos... pero la curva de la historia, si uno observa con perspectiva, es siempre hacia el progreso. No retrocedemos hacia la Edad Media.

Sin embargo, la realidad internacional es muy preocupante...

En este momento estamos viviendo un resurgimiento de un sentimiento fascista, con sentimientos nacionalistas, populistas y líderes autoritarios que creíamos que había terminado en el mundo. Está pasando en Latinoamérica, está pasando en Europa y está pasando en Estados Unidos. Creo que estos movimientos siempre estuvieron soterrados y de repente surgen en malas circunstancias. Pero siempre hay un poco de progreso y seguimos hacia adelante.

En su novela hace referencia a personajes tan potentes como Pablo Neruda y Salvador Allende. ¿En qué medida la ficción contribuye a preservar la memoria de dos personalidades de tanto calado?

Ninguno de los dos necesita la ficción para ser recordado, porque han llegado a ser personajes legendarios. Pero a menudo la ficción puede preservar la memoria que no se encuentra en los libros de historia. Por ejemplo, sobre el Holocausto se puede leer, pero uno realmente se conecta con el horror de lo que sucedió cuando uno lo puede seguir con el nombre y el rostro de una persona. La ficción nos conecta humanamente.

Usted se ha definido como una eterna extranjera, pero Chile aún está muy presente en su obra...

También en mi corazón. Mi madre y mi padre estaban vivos hasta hace muy poco. Yo iba a Chile muy seguido. Ahora sólo me quedan en Chile tres amigas. Incluso el personaje de mi libro, también acaba de morir. Pero Chile es mi referencia, tal vez los años más importantes de mi infancia que me marcaron profundamente. Cuando vuelvo a Chile busco el Chile que dejé, y no lo encuentro. Ya no es el país que imagino, sino un país con una clase de nuevos ricos que hacen mucha ostentación. Ciertamente se ha acabado con la pobreza extrema en casi todo el territorio. Pero todo está privatizado y es muy caro.

¿Cómo valora la aparición de movimientos feministas como #Metoo, que han llegado a vetar incluso a figuras como Neruda por su supuesto maltrato a las mujeres?

El movimiento es muy importante y está logrando muchas cosas, revitalizando el feminismo que creo que estaba dormido. Pero como siempre pasa con estos movimientos, se llega a extremos. La polémica con Neruda comenzó sobre todo porque querían nombrar el aeropuerto de Santiago con su nombre. Bueno, ya es hora de que le pongan el nombre de una mujer, Gabriela Mistral. Ahora, censurar la obra de Neruda o de cualquier otro por la vida privada del autor es muy peligroso, porque habría que eliminar de la cultura universal no solamente a los poetas como Neruda. Tendríamos que revisar toda la literatura, la ciencia, la filosofía...

¿Se está saliendo de cauce el movimiento feminista?

Toda revolución se sale de cauce y para poder llegar a solidificarse en lo central, se llega a los extremos siempre; y es necesario que así sea. Pero percibir al hombre como enemigo, es un error. El objetivo final es terminar con el patriarcado y para eso hay que incorporar a los hombres a esa nueva idea de una civilización diferente, que no sea machista. Si no tenemos a los hombres con nosotros, va a ser mucho más difícil.

¿Cree que el ebook o el audiolibro acabarán desplazando al formato impreso?

No creo que lo remplacen porque la gente compra cada vez más libros. Pero es un mercado que está creciendo enormemente en Estados Unidos. Tengo que reconocer que a mí me encanta el audiolibro, soy adicta, porque yo tengo que ir de la casa a la oficina a diario, varias veces, y siempre lo llevo en el auto. Y si estoy haciendo algo en la casa, también. La mitad de la lectura la hago escuchándola, pero eso no significa que no lea.

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