La Virgen de Guadalupe es un referente de devoción y de identidad en el país, la evidencia viva de ello son las mujeres que caminan kilómetros enteros con hijos amarrados en rebosos; los que avanzan de rodillas o los que prometen no beber ni una gota de alcohol todo un año en su honor.

Así es el fervor a la Morenita del Tepeyac, que reúne a nahuas, otomíes, purépechas y mestizos en una fiesta de color y de aromas, todos son los hijos más pequeños, todos responden al llamado: ¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu madre?, palabras que según la tradición mencionó a Juan Diego Cuauhtlatoatzin en 1531.

De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), los católicos en el país disminuyen día con día, entre 2000 y 2015 el porcentaje de personas que de identifican con dicha religión descendió de 88 a 82.9 por ciento, pese a ello, año con año acuden millones de personas a venerar a la virgen.

Por otro lado, la Secretaría de Turismo de la Ciudad de México, señala que con 20 millones de visitantes cada año, la Basílica de Guadalupe se ha convertido en el santuario mariano más visitado a nivel mundial, en su interior, se resguarda a la vista de los fieles la tilma de San Juan Diego, en la que de acuerdo con el mito mariano, se plasmó de manera milagrosa la imagen de la Virgen.

La Basílica actual sustituyó al santuario construido en 1709; su icónica arquitectura, que aparenta un manto, fue proyectada por el arquitecto Pedro Ramírez , quien el 12 de diciembre de 1974 participó en la colocación de la primera piedra y dos años después, el 12 de octubre de 1976 en la inauguración del magno templo.

Este día las calles lucen semivacías, el tránsito ha disminuido, certeza de que los guadalupanos “se tomaron el día” o los festejos que iniciaron en iglesias, calles y capillas desde ayer, se extendieron.

sc

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