Arqueólogos y antropólogos de diferentes regiones del país dialogaron ayer sobre los riesgos y peligros que se viven al realizar investigación arqueológica de campo, sobre todo en lugares afectados por el crimen organizado.

Este encuentro, titulado “Violencia y trabajo de campo en México”, se llevó a cabo en la Casa de Francia y fue organizado por el Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos (CEMCA), en colaboración con el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS).

El coloquio fue inaugurado por la directora del CEMCA, Maya Collombon, quien explicó la importancia de reflexionar sobre la violencia que atraviesa al país y como repercute en la investigaciones.

“Investigadores del CEMCA y yo comenzamos a preguntarnos sobre la manera de hacer trabajo de campo en México, cuando las violencias atraviesan el (trabajo) cotidiano; de una u otra forma, los investigadores han visto su trabajo atravesado por la violencia”, dijo Collombon.

Por su parte, la investigadora del CIESAS Sabrina Melenotte, explicó que la metodología para realizar trabajo de campo arqueológico ha cambiado de forma apresurada en México en los últimos años.

“Cada uno de los investigadores aquí ha contribuido a la producción de conocimiento sobre las convulsiones de México, desmuestran que es posible crear conocimiento en contextos violentos”, afirmó.

En otra mesa de discusión, la arqueóloga del CEMCA Véronique Darras explicó los mecanismos y dificultades de realizar investigación arqueológica en el país:

“Es un proceso complejo, debemos buscar financiamientos meses antes, conseguir los permisos del Instituto Nacional de Antropologia e Historia, para luego pedir permisos a las autoridades del campo, es decir, autoridades estatales, municipales y ejidales”, detalló la experta.

Otro tema que se abordó en el coloquio fue el de las desapariciones en estados como Tamaulipas y Nuevo León: “A partir de 2010 el tema de las desapariciones se convirtió en algo delicado, no se podía dialogar del tema en coloquios o en la prensa”, expresó la antropóloga Séverine Durin.

Olga Odgers, investigadora del Colegio de la Frontera Norte, habló sobre la violencia en Tijuana, y concluyó que la violencia y los riesgos por investigar en campo obligan a los expertos a repensar sus líneas de conocimiento: “Vivimos en épocas de incertidumbre, la violencia obliga a los investigadores a redefinirse”.

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