Vicente Rojo fue pintor, escultor y diseñador, pero también un amigo entrañable, inteligente, “con vínculos culturales vastos”, y que sentía desconfianza y tristeza por los cambios que realiza la administración encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, señala el médico y escritor Arnoldo Kraus.
El médico hace toda una descripción de Vicente Rojo, pero no sólo como admirador de su trabajo, sino también como un amigo, pues se conocieron a inicios de la década de los 90 y desde entonces entablaron una amistad que incluso los llevó a realizar seis libros: Apología del lápiz, Apología del libro, Apología de las cosas, Apología del polvo, Apología del Papel y Apología de la morada, este último se publicará en los próximos meses.
El primer encuentro entre ambos fue cuando Kraus se convirtió en doctor de Alba Rojo Cama, primera esposa de Vicente Rojo, quien estaba enferma de cáncer de páncreas.
Para 1994, con la aparición del movimiento zapatista, la dupla Rojo-Kraus comenzó a tomar forma: “Los dos simpatizábamos con la idea del movimiento zapatista y detestábamos lo que vivíamos con el priísmo cada vez más mediocre, complicado, traicionero, ladrón”.
La simpatía por ese movimiento no sólo era expresada por el par de amigos. Se sumaron otras personas, incluso, recuerda Kraus, hicieron reuniones en la casa de Vicente para hacer carteles o recolectar dinero.
“Un tema importantísimo para él era la cultura y su idea era que estaban quitándole todo a la cultura igual que a la ciencia y al arte”; Arnoldo Kraus, médico y escritor.
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Desde entonces y hasta el pasado 17 de marzo, cuando falleció el artista, tuvieron una gran amistad: “Cumplió 89 años el 15 de marzo y le canté ‘Las mañanitas’. Teníamos un vínculo bastante estrecho. Con Vicente podía hablar de todo, porque su cultura era inmensa”.
Kraus no sólo era su amigo, también era su doctor. Relata que el artista estuvo hospitalizado por poco tiempo. “Los médicos que nos implicamos teníamos la idea de que iba a salir porque iba bien. La mañana del 17 de marzo estaba bien y por la tarde ya no, seguramente le sucedió algo a nivel cardiaco, como suele pasar con una persona de más de 89 años de edad”.
Si bien fue doloroso ver partir a su amigo, el escritor recuerda sus pláticas, aunque señala que “prefería que Vicente hablara porque siempre decía cosas interesantes e inteligentes”.
Como es de esperarse, en sus pláticas había todo tipo de temas: política, cultura o periodismo, pues tenían “inquietudes” similares, como la situación en la que el país se encuentra debido a las acciones emprendidas por la administración actual.
“El maestro Rojo tenía una cantidad inmensa de reclamos hacia el gobierno actual. En un inicio se declaraba en favor de López Obrador, pero posteriormente su sensación era que esto era un fracaso absoluto. Un tema importantísimo para él era la cultura y su idea era que estaban quitándole todo a la cultura igual que a la ciencia y al arte. Él tenía un descontento, desconfianza y tristeza porque veía que sucedían demasiados eventos negativos en su México”, detalla Kraus.
Rojo nació en Barcelona en 1932. Llegó a los 17 años y desde entonces aseguró que México era su casa, “dijo que la luz de esta ciudad era muy amigable para lo que quería hacer en la vida”.
“Para él la vida era trabajo, pero un trabajo pasional, interesante. Él trabajaba, pero no trabajaba, porque tenía un amor desmedido hacia su profesión. Realmente amaba lo que hacía en la vida”; Arnoldo Kraus, médico y escritor.
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Aunque entre ellos hablaban de todo tipo de cosas, Kraus reconoce que Vicente nunca abordó el tema de la muerte: “Vicente jamás habló de que iba a morir y jamás externó que eso iba a pasar, aunque en más de una ocasión sí dijo que ya tenía muchos años, pero no era idea suya el pensar que ya iba a acabar la vida, tampoco filosofaba sobre su muerte”.
Arnoldo Kraus escribe sobre morir con dignidad y eutanasia, sin embargo, señala que ese para Rojo “no era un tema que le interesara demasiado, porque yo creo que él vivía con tanta pasión, amor y entrega que tenía muchos proyectos”.
De hecho, comenta que el artista tenía varios planes, incluso ya había recibido invitaciones para exponer en diferentes espacios, pues “para él la vida era trabajo, pero un trabajo pasional, interesante. Él trabajaba, pero no trabajaba, porque tenía un amor desmedido hacia su profesión. Realmente amaba lo que hacía en la vida”.
Aunque Kraus y Rojo sí terminaron su último libro, quedó otro en una mera idea que días antes de fallecer Vicente propuso. Se llamaría Apología del periódico.
Tristemente, dice Kraus, ese proyecto no tendrá continuidad, “porque fue una idea de Vicente que consistía en que yo eligiera el encabezado de una noticia, hiciera un breve comentario sobre la noticia y él haría una gráfica”, pero ya “no hay cómo hacerlo”.