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Un fragmento de la cultura hawaiana llegó a Guanajuato con el concierto que Daniel Ho, Kealiʻi Ceballos & Friends presentaron ayer en la Ex Hacienda de San Gabriel de Barrera, al mediodía, en el marco de la edición número 51 del Festival Internacional Cervantino.
El proyecto, conocido por mezclar la World Music con los ritmos tradicionales de Hawái, está más cerca de ser una superbanda con la violonchelista Danna Xue, ganadora del primer premio en el Festival Internacional de Música de Hong Kong en 2020; Keali’i Ceballos, fundador de la Hālau Hula Kealiʻi o Nālani de California, escuela de hula (danza tradicional acompañada de cantos); Lydia Ho, productora y bajista del álbum “East West Players Presents: Daniel Ho & Friends Live in Concierto”, nominado al Grammy; Randy Drake, baterista que ha girado con figuras como Englebert Humperdinck; y, por supuesto, Daniel Ho, quien ha ganado el Grammy en seis ocasiones y ha sido nominado 12 veces.
En el patio de la Ex Hacienda, Ceballos, a quien también conocen como “Kumu”, inicia el concierto con un canto tradicional. Una pequeña introducción del ukelele de Ho anuncia el espíritu festivo y dulce del concierto. Con camisas y vestidos de flores, colores cálidos y tropicales que contrastan con el cielo nublado y una lluvia débil, los músicos interpretan una canción tradicional de Mongolia incluida en el álbum "Between the Sky and Prairie", y a ésta la sigue uno de los momentos de la presentación más cercanos a lo neoclásico y el minimalismo: un arpegio incluido en “Aloha España”, álbum del guitarrista clásico Pepe Romero y Daniel Ho, pieza introspectiva en la que el violonchelo se va haciendo presente hasta que su sonido se entrelaza con el del ukelele; la percusión, seca, fuerte, les da profundidad.
Al lado izquierdo del escenario hay un piano de cola, al que Ho salta y le deja algo espectacular en su forma de tocar. Empieza un diálogo: a ratos, en distintas canciones, cada instrumento es el protagonista y el sonido de la percusión, el violonchelo o el canto lo envuelven. Puede ser, por ejemplo, el pulso preciso y fuerte de la batería —el entusiasmo de Drake alcanza al público y sus aplausos — que complementa el piano o viceversa; algo romántico del piano es aprovechado por el violonchelo y la percusión, que remite a una marcha por su cadencia y la fuerza de los golpes de Drake.
Kumu regresa con cánticos tradicionales, casi declamatorios, y hace una demostración de danza: vestido con una camisa naranja estampada de flores, fajada dentro de un pantalón negro, y un collar grueso en el cuello, mueve la cadera y gira, lento, sobre el mismo con movimientos ondulatorios.
Ho habla sobre lo paradisiaco que es Hawái y algunas dificultades para quienes viven allí. Retoma el ukelele, y la batería y el violonchelo anuncian que habrá un cambio en el ritmo: la dulzura y nostalgia “Pua I Ka Ua (Flowers in the Rain)”. “El ukelele es la jarana hawaiana”, dice Ho, quien, además, ha ganado seis veces el premio taiwanés Golden Melody.
Sigue uno de sus temas más populares, “Pineapple Mango”; Ho ríe antes de interpretarlo y le abre el paso a “Kumu” para que, más allá de sus demostraciones, le enseñe ciertos pases de baile al público. Movimientos graciosos que los espectadores repiten: colocan las manos sobre la cabeza y fingen que sostienen una piña; extienden las manos como quien espera un regalo, cerca del corazón, y luego pasan las manos a la cintura, en jarra. “Kumu” sacude los brazos, suelta el cuerpo. “No estamos estresados”, dice y Ho canta en español: “piña, mango”, el pie izquierdo al frente, seguido del derecho. La gente ríe y se mueve a la izquierda y a la derecha, guiada por Kumu, quien, por cierto, también fue nominado al Grammy en la categoría de Mejor Música Global.
En la última parte del concierto, Ho presenta a los músicos y canta junto a Lydia, que, además, es su pareja sentimental y se encarga de los aspectos comerciales y las giras del proyecto. Mientras tanto, Kumu hace otra danza tradicional y gira en un círculo alrededor de él mismo. Todos aplauden, el grupo se despide y el público corea, pide un poco más.
Antes de terminar, Kumu canta a capela y dice que vio las noticias, que sabe lo que dejó el paso del huracán Otis en Acapulco; lo lamenta y dedica hulas para obtener la protección de los dioses de la naturaleza.