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Han pasado casi 500 años
desde el nacimiento del pintor Jacopo Comin , al que en su juventud llamaron Jacopo Robusti y siempre más conocido como Tintoretto.
Por primera vez, tras casi 80 años de la única retrospectiva que en 1937, Venecia consagró a Tintoretto con una magna exposición en el Palacio Ducal, informó El Mundo.
La historia de Tintoretto
, y por ende de la inquina veneciana contra él, se vislumbra recorriendo la ciudad de los canales. Empezando por la Iglesia de San Cassiano, donde no sólo se pueden admirar tres obras suyas sino que se supone que allí fue donde fue bautizado Jacopo Robusti , porque su padre, Battista Robusti, era tintorero.
Aunque Venecia esté repleta de obras del artista, y que su ímpetu lo llevó a pintar en cualquier iglesia, capilla, edicifio, palacio o tribunal a su alcance, poseído por una especie de obsesión por dejar su sello, durante mucho tiempo Venecia sa salió con la suya y Tintoretto cayó en el olvido.
“Hace 200 años nadie hablaba de Tintoretto. Se hablaba de Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, Tiziano , pero no de Tintoretto, su nombre había sudo borrado”, comentó Francisco Posocco, el actual guardían de la Escuela de San Rocco. Un olvido motivado tanto por la aversión que a lo largo de los siglos ha despertado la figura de Tintoretto como por las dificultades que entraña su particular modo de pintar.
"Tintoretto es el pintor de los pintores. Es un pintor difícil, para entenderlo en su plenitud hay que ser pintor”, sentenció Francisco Posocco.
“Su pintura no es manierista, es una pintura de sentimientos, de interioridades. Tintoretto pinta la intimidad, sus retratos son radiografías del alma. Por eso y por sus escenografías, por su concepto del espacio, es el pintor que abre las puertas a la modernidad”, subrayó.
De acuerdo al El Mundo , la historia sobre el olvido de Venecia hacia Tintoretto inició cuando su padre, un día de 1530, decidió llevarlo al taller de Tiziano, el gran artista de la época, donde el joven entró como aprendiz con tan sólo 12 años. Pero nada más ver el primer dibujo salido de sus manos Tiziano ordenó a Girolamo, uno de sus más fieles colaboradores, que no dejara entrar a Tintoretto. Eso es al menos lo que sostiene el pintor y escritor Carlo Ridolfi en la biografía sobre Tintoretto que publicó en 1642 , y en la que asegura que el maestro decidió expulsar de su taller al joven Jacopo Robusti al ver lo condenadamente bueno que era y temiendo que en el futuro pudiera convertirse en un peligroso rival.
El viejo Tiziano desde luego tenía ojo: aquel niño resultó ser un genio. Y también un precursor, un rebelde, un osado que pintaba de un modo desconocido hasta entonces.
Pero fue el escritor y crítico de arte británico John Ruskin el principal responsable del proceso de rehabilitación que ha resucitado a Tintoretto. El 23 de septiembre de 1845, durante un viaje a Venecia, Ruskin se queda "sobrecogido" ante la fuerza de la pintura de Jacopo Robusti, según le confesaba a su padre en una carta. Tan sobrecogido que en sus exitosos libros Pintores Modernos y Las piedras de Venecia (de este último se tiraron nada menos que 18 ediciones) Ruskin se ocupó con profusión de Tintoretto, contribuyendo así a establecer su fama internacional.
“Extravagante, caprichoso, rápido y resuelto. El cerebro más terrible que haya tenido nunca la pintura”, describía Giorgo Vasari a Tintoretto en 1568. Y más ahora que por fin le ha ganado el pulso a Venecia.
akc