Tiempo antes de la demolición del Centro SCOP, fueron retirados los 6 mil metros cuadrados de murales que complementaban el icónico conjunto arquitectónico. El manejo de la obra de los artistas Juan O’Gorman, José Chávez Morado, Guillermo Monroy, José Gordillo, Arturo Estrada Hernández, Jorge Best Berganzo, Luis García Robledo y Rosendo Soto han hecho que este proyecto sea de alta complejidad.
Saber cómo han sido tratados los murales es una incógnita que se plantean tanto académicos y especialistas en el campo de la restauración, como vecinos de la zona y usuarios de la red social X. CAV Diseño e Ingeniería, que es la empresa que lleva a cabo la demolición y el retiro de los murales, explica cómo han preservado los murales.
“No hay trabajo de restauración similar al del Centro Scop en México”, afirmó Liliana Olvera Flores, coordinadora de Restauración en el proyecto de rescate de los murales e integrante del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios en México (Icomos) de la Unesco. Ramón Velázquez, director de CAV aseguró que “nunca se había hecho un proceso así en el país”, ya que es un proyecto que ha requerido el uso de nuevas tecnologías.
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Estos trabajos, supervisados por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), forman parte de la fase 1 del proyecto de rescate del Centro Scop, que ha costado 608 millones de pesos. La fase 2 es la construcción del Parque del Muralismo Mexicano y la reinstalación de los murales en nuevos edificios. Sin embargo, el proyecto no cuenta con recursos para concluirse, pues a la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes, quien está a cargo de la obra, no se le aprobó el presupuesto proyectado de mil 600 mdp. Esto ocasionará que el proyecto no se concluya en este sexenio y que no haya fecha para su conclusión.
Un rompecabezas
El primer paso fue el retiro de las réplicas de los murales que fueron instalados luego del terremoto de 1985, donde los inmuebles A y B perdieron tres niveles. Retiraron cerca de 4 mil paneles que se encuentran en dos bodegas dentro del terreno del Centro Scop.
Los paneles están catalogados con un sistema que en el futuro permitirá rearmar el “rompecabezas” con mayor facilidad. Están cubiertos con manta de cielo y pegamento orgánico que evita que se dañen las rocas, se ensucien o desprendan, y puestos en grupos de 10 (llamados pallets) con una hoja con su registro fotográfico, numeración y una flecha que indica cuál es su orientación (arriba o abajo). “Esto se va a volver a armar. Cada panel pesa 100 kilos, no podemos estar manipulando, subiendo y bajando (por si hay una equivocación), debemos estar seguros con los ojos cerrados de qué tenemos en cada uno de los pallets”, dijo Olvera.
Las réplicas son limpiadas y se identifican las rocas sueltas. Por ejemplo, las réplicas tienen un marco de metal, cuya pintura se perdió y se ha oxidado. Para limpiar los marcos, hacen uso de limpieza con rayo láser, que es una nueva tecnología.
“En México no se hace y de hecho hay reticencias a aceptarla. Estuvimos evaluándola cinco meses y decidimos que sí funciona, es como un peeling y este equipo sí es capaz de regular la potencia del rayo. Sólo lo usamos para retirar la pintura de los marcos, que es más rápido y fácil que con removedor. No tocamos las piedras porque aún no tenemos la autorización del INBAL, pero la vamos a tener, estoy segura”, afirmó la restauradora.
Medición de vibraciones
El alto relieve Alegoría a la tierra y a las comunicaciones, de Francisco Zúñiga sigue en su lugar, lo que lo deja en medio de la demolición. Esta obra de cantera ha sido cubierta con un velado y una estructura metálica. También se le instaló un sensor que mide si las vibraciones de la demolición la ponen en riesgo. El sensor tiene un foco, que si se enciende de color rojo es una señal de alerta de exceso de vibraciones.
“El proceso de demolición tradicional es agresivo, con vibraciones fuertes. El sistema de monitoreo nos va alertando. Por eso la demolición es tan tardada y delicada porque tenemos que ir con cuidado para no dañar la obra”, señaló Ramón Velázquez.
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El mismo sistema de vibraciones fue colocado en los murales originales. El ingeniero explica que un día hubo un microsismo y que el sistema registró 300 miligravedades, un número mayor que las 50 miligravedades que identificaron en los movimientos de los murales.
Los murales tuvieron que ser retirados por secciones, enmarcados por una estructura de metal, ethafoam —para amortiguar vibraciones—, triplay y un velo, como si se tratara de un sándwich. Los segmentos de murales yacen en la explanada del predio y se construirá una estructura para protegerlos de las lluvias.
Los murales originales estaban adosados a su muro original y a una gruesa capa de concreto y varilla, que se colocó después de 1985. En el actual proceso fueron retirados en grandes secciones y no por paneles, para evitar que se rompan. Además fueron desprendidos mediante la técnica de “hilo de diamante”, que no provoca tantas vibraciones.
Para colocar la estructura metálica que sirve de embalaje y de sistema de sujeción del bloque, tuvieron que hacer algunos agujeros que atraviesan los murales. La pequeña parte de mural perforada se almacenó y catalogó para que en el momento de la reinstalación vuelvan a colocarse en su lugar.
Hasta ahora las labores de limpieza se consideran trabajos de restauración preventivos. Para la segunda fase del proyecto, se harán trabajos de restauración y conservación, pero primero deberán ser reinstaladas las obras y eso está en el aire.