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El proyecto de restauración de la Catedral Metropolitana será realizado por el Instituto de Ingeniería de la UNAM y por una empresa especializada en restauración que contratará la Secretaría de Cultura, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). En el primer semestre de este año se llevará a cabo la contratación, pero la elaboración del proyecto podría demorar hasta un año; mientras que la ejecución de las obras, se calcula, podría tomar “varios años más”.
A casi dos años y medio de los sismos de septiembre de 2017, los trabajos de restauración en la Catedral, cuyo grado de afectación fue catalogado como grave, no han empezado y el proyecto ejecutivo de restauración aún no se ha realizado, entre otras razones por un asunto administrativo relacionado con la obtención de los recursos. En 2019 se planteó trabajar con el Instituto de Ingeniería, que desde hace varios años realiza monitoreos al sitio.
La Catedral tiene un presupuesto aprobado de 54 millones de pesos, con el que se realizaron los primeros trabajos de estabilización e incluirá el proyecto y la ejecución de la restauración. “Hay un cuerpo de información que ya tiene Ingeniería, pero se tiene que actualizar. Los costos para el desarrollo del proyecto se tienen que cubrir con un contrato que haremos próximamente”, indica.
Retos
Para los especialistas, las afectaciones más visibles en Catedral son el desfasamiento de los sillares de cantería en los vanos de ambas torres-campanario; el agrietamiento de bóvedas y muros en los costados oriente, poniente y sur; la caída de las cruces que coronaban la torre poniente y la fachada del Sagrario Metropolitano; y el colapso de la escultura la Esperanza que, junto con la Fe y la Caridad, integra un conjunto escultórico creado por Manuel Tolsá.
Dice Mondragón que desde finales de 2017 y durante 2018 se realizaron obras de protección emergentes, estabilización de torres-campanario y consolidación de grietas. “Ya se hizo un trabajo de resane de fisuras, se hicieron inyecciones para recuperar los morteros que se pierden cuando hay movimientos; y se colocaron anillos de acero en las torres-campanario”.
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Se han hecho reparaciones e introducido refuerzos para dar resistencia al edificio y a las torres-campanario. Mondragón dice que otro elemento afectado fue la gran linternilla de la cúpula central, que hubo fisuras en las juntas horizontales de la sillería de cantera y un volteo de la balaustrada que rodea la linternilla, “se colocó un elemento de sujeción para que no haya una caída hacia la propia cúpula”, detalló.
“Tenemos que analizar muy bien el estado de estos enladrillados para definir si se pueden mantener con una serie de inyecciones de morteros que recuperen la adherencia o si es necesario retirar para volver a colocar, esto ya son elementos de protección pero son fundamentales para evitar que haya filtraciones”, explica.
Tendrán que actualizar el diagnóstico del sistema de pilotes que tiene la Catedral, es decir, los elementos de apoyo y de refuerzo a la cimentación del edificio. “Es un sistema muy complejo, penetran en las capas del subsuelo y después se conectan entre sí y con la cimentación del edificio para darle una mayor superficie de distribución de las cargas hacia el subsuelo. Es un sistema que se fue construyendo desde los años 70 del siglo XX y se concluyó en los años 90; se le ha dado mantenimiento, pero en los últimos años no se ha podido atender de manera completa por insuficiencia de recursos por parte del Estado y de las dependencias que han tenido a su cargo la conservación del edificio”.
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Las esculturas
Sobre el conjunto escultórico de Tolsá, la restauradora de la Coordinación Nacional de Conservación de Patrimonio Cultural, Lucía de la Parra, dice que ya hay un proyecto, pero que invitarán a empresas especializadas a presentar sus propios proyectos, “nosotros no vamos a administrar el dinero del Fonden, supervisaremos los trabajos”.
En 2018, el INAH informó que la Esperanza, la escultura que cayó y sufrió severos daños, sería recuperada con las mismas características visuales y se reutilizarían los fragmentos originales. La intención continúa, pero se advierte que es necesario hacer un estudio para saber cómo están los fragmentos. “Tenemos que saber si esos fragmentos permitirán rehacer el rostro (la mayor pérdida), si no, veremos con especialistas qué hacer, por ejemplo si se restituye a través de modelaje”.
Los recursos del Fonden sólo serán para la Esperanza y para restituir las esculturas en la torre; intentarán que alcance para intervenir a la Caridad y a la Fe. “Con la Esperanza vamos a buscar tres empresas de restauración, se va a hacer un estudio de mercado, se les invitará a hacer un proyecto y dependiendo de eso y del costo se elegirá, y ellos harán la restauración con una propuesta del INAH”.