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La presentación de la exposición Nahui Olin. La mirada infinita, inicia en el vestíbulo del Museo Nacional de Arte (Munal) con las palabras de Sara Baz, directora del recinto, para dar introducción al recorrido de esta muestra, donde menciona que Olin nunca fue considerada como una artista, sino que fue más un personaje secundario de una serie de artistas plásticos de la época, por ello esta exposición es un tributo a la carrera de la artista.
Del 15 de junio al 9 de septiembre estarán expuestas al público más de 250 obras, seleccionadas por el equipo de curaduría del museo y liderados por Tomás Zurián, coleccionista y especialista de la obra de Nahui Olin.
“Una fiesta”, así considera Zurián al entrar a la primera sala de la exposición, además proclama que Nahui Olin (1893-1978) fue una persona extraordinaria, y que lo sigue siendo a pesar de los años.
Esta exposición, dividida en cuatro núcleos, marca un precedente para “el desarrollo de las artes plásticas en México”, dijo Zurián, quien la describe como “un universo inédito, inesperado, extraño, complejo y en la medida en que lo vamos comprendiendo: infinitamente bello”.
En el primer núcleo de la exposición, “Carmen Mondragón y la síntesis plástica”, no está la presencia de Nahui Olin, sino la de María del Carmen Mondragón, mujer que incursiona en las artes plásticas en un contexto violento que obliga a su familia a huir a España, periodo donde destaca en la caricatura; algunas de éstas están exhibidas en la sala de manera lineal y destacan por ser una representación psicológica y espiritual de las personas ahí dibujadas.
En el núcleo denominado “Nahui Olin: La ciencia como utopía moderna” se observan los primeros esbozos de la capacidad pictórica de la artista y su relación con las ciencias y las vanguardias. En esta época, los artistas trataban de trabajar el arte con relación a conceptos que no eran tangibles, como la energía y el cosmos.
La tercera sección, llamada “El cuerpo como expresión inmanente”, muestra decenas de fotografías, la mayoría retratos de Nahui Olin, acompañadas de fragmentos del poema “Nahui es una pequeña”. Aquí se encuentra la artista en una serie de imágenes con un gesto melancólico, pero también como una mujer capaz de mostrar su cuerpo desnudo.
El último núcleo que lleva por nombre “La materialización del recuerdo”, en el que se expresa y conjunta el color con la acción del recuerdo, es donde Olin pinta la realidad, escenas de la vida cotidiana. A la par retrata escenas de lo popular, como las corridas de toros, las pulquerías, el circo, entre otras actividades, con un toque de humor.
Para cerrar, Tomás Zurián recuerda una famosa anécdota de Olin, cuando fue seducida por el capitán de un barco en el que viajaba. Además recalca que el legado de la artista está divido entre lo tangible, que son sus publicaciones y sus obras, y lo intangible, el sentido de libertad que aplicaba en todas sus acciones.
La muestra está constituida, en su mayoría, por el trabajo de Nahui, pero también por sus colaboraciones con Gerardo Murillo Dr. Atl, Antonio Garduño, Edward Weston, Jean Charlot y Alfredo Ramos Martínez. Además, la exposición está acompañada de una publicación en español, memoria gráfica de las piezas que conforman la muestra, y textos de especialistas en la obra de Nahui Olin.