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La escritora Ana García Bergua, armada con el filo del humor, la sátira y el sarcasmo, explora en su nuevo libro de cuentos, Leer en los aviones (Era, 2021) historias de amor clandestino, viajes tormentosos, pueblos insólitos, fantasmas viajeros, perros perdidos en aviones, temores en los cuartos de hotel, a las puertas contiguas, viajes en barcos y autobuses en los que también cabe la violencia, la pesada cotidianidad y a veces las peripecias más estrambóticas.
Nunca ha estado en un Holiday Inn de Nueva Delhi, pero con Google pudo recrear no sólo la geografía sino las atmósferas, “a veces abro Google Maps y viajo, en Google lo vi todo”; a veces regresan a su memoria sus viajes en barco y a partir de ello recreó una historia en la que una mujer pierde su patita de conejo de la suerte; o en los relatos ajenos halla la posibilidad de recrear la angustia de una mujer que pierde a su perro en un avión.
En entrevista, la narradora y ensayista nacida en la Ciudad de México en 1960 habla de los 18 relatos que integran este libro en el que abundan viajeros perpetuos por razones laborales, matrimonios truncados gracias a la distancia de la rutina, turistas frustrados, amantes, tormentos, anhelos, soledades, vidas insulsas que solo cobran vitalidad cuando ocupan su asiento y abren sus libros para vivir otras vidas.
¿Viajar es un poco como leer, imaginar vidas distintas?
Estos 18 relatos surgen de experiencias de viajes, ahora ha habido una época muy rara donde ya no podemos ni salir, pero lo que quise en este libro, donde reúno lo que llamo relatos prepandémicos, fue contar experiencias de viajes; el barco en el que viaja la mujer que pierde la patita de conejo, es un viaje que yo hice en ese barco; muchas historias son ficciones inspiradas en experiencias mías, y muchas son inventadas.
¿Te interesaba ese tiempo donde hay movilidad?
Hay muchas fabulaciones a partir de pensar sobre esta condición inerme que tenemos cuando estamos de viaje, que no estamos en un lugar nuestro, donde siempre estás un poco como a merced de quien esté en los asientos de al lado del autobús, tren o avión... yo me agarré un poco de esta falta de asideros (y me centré) en ese tiempo de los traslados, cuando hay esta incertidumbre.
¿Ese tiempo como de limbo, de no estar en ninguna parte?
Creo que ese es un momento en el que mucho entra en juego la condición humana, y digamos que la experiencia del viaje se cataliza de alguna manera, acaba siendo parte de uno y de alguna manera no eres el mismo después de haber cruzado cierta cantidad de kilómetros con un señor que no para de hablar, o con un perro que desaparece.
¿Como un tiempo de inestabilidad emocional, de soledad?
Yo quería jugar con estas historias, con esta soledad, con esos traslados porque incluso cuando viajas en compañía hay una parte de uno que está sola, como más atenta a lo que pasa, como fuera de su marco, como descuadrada. De ahí salen estos personajes que son un poco locos, un poco desfasados porque reaccionan a esos pequeños estímulos de lo que no está amarrado a nada.
¿Está la a posibilidad de salir de vidas grises?
Creo que en esos trayectos toman decisiones que les cambian la vida, momentos en los que puedes ser otro, en los que no tienes que responder a una serie de condicionantes cotidianas, entonces sale como el otro lado de la personalidad, o los recuerdos, los secretos, las cosas ocultas, hay todo un juego con eso en el libro y hay también cuentos que son de corte más fantástico también.
¿En cada historia hay la posibilidad de salir de la rutina?
Sí, son grietas por las que nos podemos escapar un poco, allí podemos ver nuestras vidas con otros ojos, desde otro punto. Este es el ejercicio de la narrativa, la posibilidad de ver la realidad de muchas maneras y por esas grietas poder contar las cosas desde otros lados, y es también una salvación, nos salva de la rutina. Eso significa el humor, ver las cosas desde otro lado y captar la ironía de las situaciones.
¿Son relatos prepandémicos, no usaste el humor para salir del confinamiento?
Los cuentos los escribí antes de la pandemia, pero ya estábamos todos en el encierro cuando los revisé y ya era muy difícil reír.
¿Y qué tal eres como viajera?