Hace 100 años ocurrieron distintos sucesos fundacionales del México contemporáneo, como la creación, el 3 de octubre de 1921, de la Secretaría de Educación Pública de la mano de José Vasconcelos, con lo que se colocó la primera piedra del movimiento vasconcelista que marcó los años 20.

Con la SEP nace también el Movimiento Muralista Mexicano. Y surge el movimiento estridentista que introduce al país las nuevas tendencias vanguardistas. Además, la radiodifusión, con los hermanos Pedro y Adolfo Gómez Fernández, quienes instalaron su equipo de transmisión en la planta baja del Teatro Ideal de la Ciudad de México, marcan un parteaguas.

El historiador Federico Nazarín Miranda, investigador de la UAM, sostiene en el ensayo “José Vasconcelos. Apóstol de la educación”, que entre 1921 y 1923 la educación en manos de Vasconcelos adquirió un sentido nacionalista y culturizante, pues propuso la lucha contra el analfabetismo, las escuelas rurales, la difusión de la lectura, el impulso de las artes, el intercambio cultural con el extranjero y la investigación científica. “Con todos estos elementos dio forma al nuevo programa para el país”, escribe el especialista.

Con la creación de la SEP, diversos historiadores han coincidido en que nace el muralismo, pues el presidente Álvaro Obregón comisionó a distintos artistas a pintar una serie de murales en las paredes de la Secretaría Nacional y la Escuela Nacional Preparatoria.

A partir de ese momento, la Escuela Muralista Mexicana comienza adquirir prestigio internacional no sólo por ser una corriente artística, sino por ser un movimiento social y político de resistencia e identidad, con imágenes a través de la diversidad de sus componentes estilísticos que retratan temas como la revolución, la lucha de las clases y al hombre indígena. Entre sus miembros, destacan David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, Diego Rivera y Rufino Tamayo, entre otros.

En la Gaceta de la UNAM, el investigador Iván Moreno publica cómo en 1921 la radiodifusión llegó a México. Los hermanos Pedro y Adolfo Gómez Fernández tenían un programa que se emitía los sábados y domingos de 8 a 9 de la noche y se mantuvo al aire del 27 de septiembre a enero de 1922.

“Entre 1920 y 1930, la radio fue principalmente experimental. Se transmitían segmentos musicales y culturales, o eventos políticos específicos, por pocas horas y con periodicidad espaciada. En esos años surgieron estaciones que luego se convertirían en referencia, como la emisora de la fábrica de cigarrillos El Buen Tono, a la que le asignaron las siglas XEB, hoy La B grande de México (que existe hasta ahora)”, destaca Iván Moreno.

Sobre el movimiento estridentista, la investigadora Carla Zurían de la Fuente, en el ensayo “Posrevolución y tabla rasa. Los años radicales del estridentismo (1921-1923)”, publicado en la revista Antropología. Revista interdisciplinaria del INAH, narra que la política posrevolucionaria buscó enarbolar en una sola bandera la pluriculturalidad de México.

Así, escribe, “salió a flote la negación de un todo homogéneo y una compleja red de influencias cruzadas y presencias extranjeras que fragmentaban al medio cultural en tendencias, estilos e ideas: el martinfierrismo argentino, el modernismo brasileño, el creacionismo chileno, el estridentismo mexicano. Éste proclamaba: ‘El estridentismo no tiene amigos. Hemos renunciado a los elogios. No queremos caricias. Lo único que deseamos es que todo el mundo se renueve’. A la cabeza de esta corriente estaba el poeta Manuel Maples Arce”, indica. Surge así la década de la vanguardia en México.

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