Decenas de restos óseos de mujeres, hombres, niños e incluso fetos fueron hallados por arqueólogos del (INAH) en un patio de la Antigua Escuela de Jurisprudencia, ubicada en San Idelfonso 28, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

Esos hallazgos se dieron en el proyecto de salvamento arqueológico San Idelfonso 28, el cual se realizó en uno de los patios de la Antigua Escuela de Jurisprudencia, perteneciente a la Universidad Nacional Autónoma de México, por modificaciones al interior de este inmueble de categoría patrimonial para la institución universitaria.

Al lado de estos vestigios que, de acuerdo con la arqueóloga Moramay Estrada Vázquez, coordinadora del proyecto de salvamento, son de origen colonial, se hallaron estructuras prehispánicas que posiblemente pertenecieron al Recinto Sagrado de Tenochtitlán.

Hallazgos en el proyecto de salvamento arqueológico de la Antigua Escuela de Jurisprudencia, del INAH. Foto: INAH
Hallazgos en el proyecto de salvamento arqueológico de la Antigua Escuela de Jurisprudencia, del INAH. Foto: INAH

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Se hallaron igualmente decenas de restos óseos de animales, como cerdos, vacas, borregos y gallinas domésticas.

Estos vestigios, explicó Moramay Estrada Vázquez en entrevista con , permiten conocer más sobre la vida que se desarrolló durante la época colonial, así como el choque del México prehispánico con la Nueva España.

Entrada al Recinto Sagrado

Uno de los hallazgos más llamativos en este salvamento fue una escalinata de seis escalones, la cual, explicó la arqueóloga, pudo ser una de las entradas al Recinto Sagrado de Tenochtitlán.

“En 85% la escalinata se encontraba en buen estado y fue gracias al manto freático de la Ciudad de México, el agua mantuvo hidratado al estuco y por eso se conservó; el hallazgo se realizó a 6 metros de profundidad”, indicó Estrada.

Sobre la determinación de que la escalinata perteneció al recinto ceremonial de la antigua ciudad, la arqueóloga señaló que ella y otros investigadores postularon que el Recinto Sagrado es más amplio de lo que se pensaba.

Entre los hallazgos están (arriba) una escalinata muy bien conservada que, según los investigadores, pudo ser una de las entradas al Recinto Sagrado de Tenochtitlán. Abajo, la arqueóloga Moramay Estrada trabaja en otras piezas que han emergido de los suelos de San Ildefonso 28 /  Arriba, especialistas estudian restos óseos de mujeres, hombres, niños, fetos y, presumiblemente monjas, tras su hallazgo en el predio del Centro Histórico. Abajo, un impresionante muro de estuco rojo que marcaba el perímetro del Convento de Santa Catalina de Siena. Fotos: Inah
Entre los hallazgos están (arriba) una escalinata muy bien conservada que, según los investigadores, pudo ser una de las entradas al Recinto Sagrado de Tenochtitlán. Abajo, la arqueóloga Moramay Estrada trabaja en otras piezas que han emergido de los suelos de San Ildefonso 28 / Arriba, especialistas estudian restos óseos de mujeres, hombres, niños, fetos y, presumiblemente monjas, tras su hallazgo en el predio del Centro Histórico. Abajo, un impresionante muro de estuco rojo que marcaba el perímetro del Convento de Santa Catalina de Siena. Fotos: Inah

“Al iniciar el proyecto, postulamos que el recinto ceremonial es un poco más amplio de lo que se creía del lado este del polígono, lo que incluye a la Escuela de Jurisprudencia y al Palacio de Autonomía de la UNAM, ahí postulamos que puede haber muros perimetrales”, agregó la arqueóloga.

Cabe destacar que estos hallazgos se dieron en el patio central del recinto universitario, en el mismo sitio donde se halló una escultura mexica policroma con forma de serpiente, hallazgo que también derivo de este proyecto de salvamento.

Al lado de la escalinata se encontraron los restos de una edificación mexica, la cual se calcula medía 13.50 metros de ancho por 23.20 metros de largo.

De acuerdo con el análisis de secuencia de los pisos de Tenochtitlán, investigadores del proyecto han asociado esta arquitectura con la quinta etapa constructiva del Templo Mayor, correspondiente a los años entre los gobiernos de Axayácatl (1469-1481), Tízoc (1481-1486) y Ahuízotl (1486-1502), unos años antes de la llegada de los españoles a Tenochtitlán, explicó la coordinadora del proyecto de salvamento.

Hallazgos en el proyecto de salvamento arqueológico de la Antigua Escuela de Jurisprudencia, del INAH. Foto: INAH
Hallazgos en el proyecto de salvamento arqueológico de la Antigua Escuela de Jurisprudencia, del INAH. Foto: INAH

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Además de estos descubrimientos se encontraron otras dos esculturas: el fragmento de una figura antropomorfa, a manera de portaestandarte, que lleva un taparrabo, y un clavo arquitectónico o espiga, con forma de cráneo humano.

Ambas figuras se encontraron en buen estado.

“Creemos que el portaestandarte llegó ahí de forma fortuita, pero el clavo cráneo nosotros creemos que perteneció a la parte superior del Templo Mayor, de acuerdo con los registrado en algunos códices antiguos”, detalló.

Templo virreinal

En ese mismo sitio, en donde alguna vez pudo haber una entrada o edificio para ingresar al Recinto Sagrado de Tenochtitlán, fue edificado el Templo y Convento de Santa Catalina de Siena, fundado por un grupo de religiosas dominicas procedentes de Oaxaca. Su construcción puede rastrearse del 1619 al 1623.

En el salvamento se hallaron diferentes vestigios de la época colonial, precisamente del periodo en el que el convento se mantuvo en funcionamiento.

“De la época virreinal hallamos un confesionario de 1.90 metros de altura, el cual todavía contaba con pintura mural. Creemos que fue una parte final del Templo de Santa Catalina, donde realizaban confesiones. Nos dimos cuenta de que era diferente a otros registrados, por lo que, posiblemente, era un confesionario para las monjas que vivían en enclaustramiento total”, reveló la arqueóloga.

Estrada Vázquez agregó que también se encontró un muro de estuco rojo, el cual probablemente fue el primer muro perimetral que tuvieron las monjas cuando el convento fue construido.

“Este muro de estuco rojo es posiblemente el primer muro perimetral que tuvieron las monjas, creemos que fue antes de la construcción de su templo; en esa época se acostumbraba a mantener aislados esos sitios del resto de la población”, añadió la especialista.

Entre los hallazgos destacan restos óseos de hombres, mujeres, niños y fetos. Sin embargo, indicó la investigadora, el sitio no fue un cementerio, sino un sitio especial donde se enterraban personas que posiblemente hicieron contribuciones a la iglesia.

La investigadora apuntó que es posible que algunos de estos entierros pertenezcan a monjas que habitaron el convento.

“Dentro del mismo convento había un sitio destinado como cementerio, pero excavamos ahí hace tiempo y no encontramos restos. Destaca que en esta parte sí había restos óseos. Al inicio encontramos muchos huesos dispersos, pero excavamos más abajo y ya los hallamos con su posición anatómica, por lo que creemos que son los restos de las monjas”, detalló Estrada.

Otros vestigios hallados fueron huesos de animales y cerámica china. “Anteriormente había muchas inundaciones, por lo que se rellenaba con tierra y esa tierra venía con huesos de animales, cerámicas y demás; se supone que las monjas de ese lugar se dedicaban a producir velas, por lo que es posible que también mataran animales ahí para la fabricación de cera”, concluyó Moramay Estrada.

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