El secreto es hilo teñido de sangre que une a las 13 historias escritas por 13 autores que fueron inspirados por los 13 retratos que conforman la serie de dibujos El Crimen, realizados por el pintor estadounidense Jonathan Barbieri. Nadie sabe cuál es la naturaleza del crimen ni quiénes estuvieron implicados, pero conocen los 13 rostros dibujados a lápiz sobre papel de pergamino de personajes como El velador, La prófuga, El cómplice, El testigo, La vecina, La jueza… nombres como los de un juego de Lotería o cartas del Tarot.
Los 13 escritores: Guillermo Fadanelli, Gabriela Jáuregui, Karina Sosa, Adrián Román, Natalia Trigo, Araceli Mancilla, Guillermo Santos, Nylsa Martínez, Víctor Quintas, Pergentino José, Héctor Iván González y Fausto Rasero escribieron 13 historias alrededor de un crimen que desconocen. Esas 13 historias conforman la “novela polifónica”: "El Crimen. Una antología", en gran formato, en edición bilingüe, de 244 páginas, publicada por la editorial oaxaqueña Zopilote Rey en coedición con Ahuehuete Distilling.
“El Crimen es un libro de relatos. Lo que mantiene a estos textos unidos, al grado de que podría sugerirnos una novela polifónica, es el secreto: nadie, ni los mismos involucrados, saben perfectamente cuál fue el acto cometido. Algunos están huyendo, como La prófuga y El cómplice. Otros investigan, y alguno más, como La vecina, simplemente comentan lo que creen que es la verdad. En este caso, y a diferencia de otros libros, aquí el lector es el detective. Sólo el lector podría crear el relato final capaz de arrojar un poco de luz sobre estos textos”, afirma Guillermo Santos, director de Zopilote Rey.
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Barbieri siempre supo que su serie se llamaría "El Crimen", y contendría 13 retratos de personas que de una u otra manera están involucrados con un hecho cuya naturaleza no se conoce. Para ello metió a este juego macabro a 13 escritores para que construyeran los relatos del libro que Zopilote Rey define como “una negra antología de cuento”, con textos de varios de los escritores mexicanos más relevantes de las últimas décadas.
Cita lo dicho alguna vez por Dostoievski: “Estamos en presencia de un acto siniestro y fantástico. Este crimen lleva el sello de nuestro tiempo, de una época en que el corazón del hombre está trastornado”. Esta antología reflexiona sobre ¿qué anima a alguien a cometer un crimen?, ¿quién es capaz de contar las historias de los involucrados en un crimen? y ¿quién podría detenerse en los detalles, los gestos, las biografías de quienes, por una u otra razón, se vieron implicados en un crimen?
Y aunque literarios, algunos de los relatos tienen como arranque o inspiración, al igual que los retratos de Barbieri, a personas y hechos reales, sobre todo en un México, como el contemporáneo, sembrado de crímenes no resueltos, muchos de ellos atroces y otros misteriosos, que se mueven entre las oscuridades de las controversias legales, la injusticia, la corrupción y la impunidad, que en México es el pan nuestro de cada día.
“Nos interesaba muchísimo ver a dónde nos iba a llevar este experimento; para mí hay dos facetas del experimento son: uno, invertir la relación entre el dibujo y el texto (habitualmente la imagen se inspira y complementa el texto); y dos, crear, o ver si era posible crear, una novela polifónica, basada en cuentos en los que nadie sabe que está escribiendo el otro. Y se logró”, afirma Jonathan Barbieri, cerebro y motor de este proyecto.
El expediente
El corazón y la semilla del libro son los dibujos de Jonathan Barbieri (Washington, 1955), “yo empecé esta serie en 2011 y los trabajé esporádicamente entre 2011 y 2013, siempre con el afán de que iba a acumular una galería de rufianes, y a la vez plasmar esos retratos de seres humanos, en un momento en sus vidas cuando están bajo el estrés”, afirma el artista que vive en Oaxaca desde hace varios años.
Barbieri se inspiró en varias fuentes, en nota roja, noticias de guerra, en expedientes judiciales, “muchas veces la policía agarra a las personas y les toma la foto en el peor momento de su vida, se sienten como atrapados. Esas fotos a veces me llamaban la atención, las copiaba y las tenían en un archivo. Empezaron a acumularse y afianzaron la idea que yo tenía: que esas fotos son como poner al ser humano debajo del microscopio y en placa de Petri vamos a verlos y ver qué pasa, pero a la vez vi la poesía y vi el surrealismo y vi hasta la estupidez”.
A Barbieri le interesaba dejar en ese retrato la tensión y el estrés. Se imaginó todo un teatro de personajes donde, sin embargo, no conocía el guión ni el móvil de los hechos. “Así, convocó a 13 escritores para escribir esta historia, la de un crimen que ocurre en un país muy parecido al nuestro. Fue un experimento y este es el resultado”.
Luego de dar cuenta de cómo se volvió un proyecto colectivo, Barbieri dice que lo que querían, y lo lograron, fue “hacer algo que se sintiera en las manos como si fuera un cuaderno de dibujos, y me encantó; además, el diseñador, Axel Alarzón puso los 13 rostros juntos, como si estuvieran pegados en la pared de un detective. Maravilloso”.
Relato de hechos
A los 13 autores que aceptaron el juego macabro se les asignó uno de los 13 personajes, sólo un rostro: El testigo, La juez, El cómplice, La prófuga, El velador, El diputado, El oreja, El bichón…; y les fueron impuestas tres reglas: escribir la historia en primera persona, deberían ocurrir en la ciudad de Oaxaca o sus alrededores, y estaba prohibido divulgar detalles que pudieran develar la naturaleza, planificación o ejecución del crimen. Tampoco podrían comentar que estaban involucrados en el proyecto.
“La antología fue un reto para los escritores y quizá lo sea para los lectores, para aquellos que buscan leer algo diferente y quieren sumergirse en un universo creado por 14 mentes distintas”, afirma Guillermo Santos.
Y es que ambos, pintor y editor, aspiraban a hacer un proyecto en el que retaran a 13 escritores, pero también al lector, pues a ellos les corresponderá unir este rompecabezas. Darle el último toque a este juego literario que se planteó Barbieri, que fue, como dice Santos, ofrecer a 13 escritores los 13 retratos que creó, en un juego un tanto macabro: “Un escritor recibe un rostro y una indicación: debe escribir una historia sin mencionar el crimen e inventar una voz peculiar”.
Dice Guillermo Santos que antes de conocer a Barbieri admiraba ya su pintura.
“Su trabajo podría ser considerado como marginal o excéntrico en Oaxaca, una tierra de artistas que podrían ser imaginados como defensores de cierto tradicionalismo estético. Sin embargo, cuando miramos más profundamente, entendemos que lo importante es la aportación y no tanto la etiqueta, y que el mundo pictórico oaxaqueño es mucho más que el vendido en una experiencia turística”. asegura.
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