Guadalajara, Jalisco. —Sea desde el universo del País Vasco con sus pobladores y su vida cotidiana como lo hace el narrador Fernando Aramburu, o desde el corazón de Madrid con la exploración de la realidad sentimental contemporánea que ha plasmado en sus novelas la escritora y periodista Rosa Montero, la literatura española desde estos dos narradores que son considerados de las más importantes voces de la literatura contemporánea de España, descifraron su universo literario y sus intereses en una conversación que abrió el Salón Literario Carlos Fuentes, uno de los espacios más emblemáticos de la .

Consciente de que su literatura tiene constantes, Aramburu aseguró no seguir ningún plan establecido sobre cuestiones y temas específicos, él mantiene un interés y un enorme atractivo que le genera la especie humana. “Mis novelas y mis poemas tratan todas de la condición humana, yo no escribo ni novela histórica ni novela negra, porque no tengo ni idea de cómo funciona ese formato.

En ese interés sobre la naturaleza humana, Aramburu encontró su universo en el País Vasco, “ahí nací, es lo que me tocó, no elegí nacer allí”, pero desde allí ha encontrado a sus personajes y afianzado su literatura, “mis primeras grandes experiencias, los primeros aprendizajes desde allá en la infancia, las letras, los números, las primeras experiencias amorosas, etcétera. Conozco la fauna humana del lugar, el ambiente, las costumbres entonces no es raro que una historia que yo podría situar en cualquier otro lugar, aprovechando que hoy día con el google maps y Street View los escritores pueden colocar sus historias donde les dé la gana, pues claro, las traslado a mi ámbito más o menos de la infancia, en fin, donde me crié y donde por desgracia hubo mucha violencia que me sigue intercalando puesto que me incomoda mucho, me indigna, me duele; entonces me siento una y otra vez interpelado por esa cuestión”.

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La escritora Rosa Montero recordó los inicios de su vocación literaria. Foto: Gabriel Pano / EL UNIVERSAL
La escritora Rosa Montero recordó los inicios de su vocación literaria. Foto: Gabriel Pano / EL UNIVERSAL

Alentado por la periodista española Berna González, Fernando Aramburu y su colega Rosa Montero hablaron de su formación lectora y su entrada a la escritura, de sus proyectos literarios, de su postura ante la literatura y ante la verdad, de sus intereses y obsesiones, así como de su reconocimiento de la literatura de América Latina. Ambos narradores recibieron la Medalla Carlos Fuentes de manos de Silvia Lemus viuda de Fuentes, acompañada del nuevo presidente de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, José Trinidad Padilla López. “Estamos felices de escucharlos, sobre todo Carlos, dónde quiera que esté”, dijo Lemus.

Al hablar de sus inicios como lector y luego como escritor, el autor de Patria, Los peces de la amargura e Hijos de la fábula, relató su acercamiento a la literatura, que fue primero de odio y después de amor. Rememoró su acercamiento a los libros: “A mí el destino no me deparó esto que se llama una biblioteca paterna o materna y yo pues crecí en un ambiente culturalmente muy modesto, no había libros en casa por tanto no fui inducido desde la cuna a la lectura”. Dijo que el primer libro que leyó fue por obligación, en el colegio, y le supuso una bofetada que no olvida. “Me llevó a una actitud que es poco frecuente en los escritores que es el odio a la literatura durante un tiempo. Se trataba del Lazarillo de Tormes, que había que leer, y a continuación había un examen que consistía pura y simplemente en resumir el contenido del libro como demostración de que se había leído, o sea, no había más aventura pedagógica más que esa”.

Pero luego llegó el amor y el compromiso con la literatura verdadera, la que nace de su interior. “Cuando yo decidí ser escritor, una vez que hube fracasado en la tentativa de triunfar en el deporte, lo que me quedó fue la literatura, es decir, escribir, además el camino era largo; en el deporte uno tiene que ser bueno desde el primer día, desde el primer minuto, en literatura se va aprendiendo poco a poco, a fuerza de fallos y demás. Entonces sí que me dije: ‘si tú vas a ser escritor, chaval, de hecho, la literatura va a ser el espacio de tu verdad personal. Lo que tú escribas, aunque sea erróneo o sea impreciso, será siempre lo que tú piensas, lo que tú sientes, por ahí ya dirás tus embustes y engañarás a tus amigos y lo que quieras, pero cuando tú te sientes delante del papel y ahora delante de la pantalla, eso que tú pongas ahí es tu espejo’”.

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Dijo que a ello ha dedicado su vida y hasta ahora lo ha cumplido. “A uno mismo es muy difícil engañarse y eso también guía toda mi literatura y todo lo que he hecho. Nunca he emprendido un género en el que sé que no voy a ser auténtico, en el que sé que voy a sentirme como un impostor, no estoy ahí; en cambio en los otros, previo a un aprendizaje etcétera, sí, y eso no ha cambiado nunca hasta ahora”, dijo el escritor de 65 años que aseguró: “soy un señor que se dedica a cumplir el sueño adolescente”. Y se ha vuelto a tal nivel ese compromiso que se mudó a Alemania, en donde vive en absoluto contacto con la naturaleza. En la conversación, la periodista Berna González dijo que Aramburu ha tenido el mérito enorme de darle nombre a cosas que eran innombrables, “lo que él ha hecho en su literatura sobre el País Vasco ha sido fundamental. Los conflictos tardan en ocasiones décadas en poderse procesar en la conciencia, en la memoria colectiva, en la literatura, en la creación; eso ha pasado mucho con la guerra civil en España, por ejemplo, pero Aramburu lo ha hecho como nadie”.

De Rosa Montero, afirmó que la escritora ha convertido la realidad sentimental de varias generaciones, de varias décadas en literatura; “es decir, su literatura es un espejo en el que podemos mirarnos las ciudadanas, los ciudadanos, los lectores y lo hace desde hace muchísimos años con géneros de lo más variado, desde sus novelas, ciencia ficción, la novela negra, los artículos o más recientemente algunos libros híbridos”.

Montero por su parte dijo: “Desde que me recuerdo como persona me recuerdo escribiendo, es la manera en que estoy en el mundo; es decir parafraseando a Monterroso, diría que cuando desperté a la vida la literatura ya estaba. Para mí forma parte esencial y estructural de quién soy yo”, dijo la autora de La loca de la casa,

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“Es quien soy yo, es estructurar, es un esqueleto-exoesqueleto que me mantiene en pie. Tengo la total sensación, que creo que compartimos mucho la intuición, yo creo que si dejara de escribir me descosería, me desharía, me volvería loca, no podría seguir siendo; es un esqueleto exógeno que me mantiene en pie y sin él estaría pegada al suelo como un moco. Así me siento”, afirmó Rosa Montero.

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