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Con la exposición Un conejo partido a la mitad, la curadora y directora del Museo Tamayo, Magali Arriola, tiene como objetivo “revalorizar y recontextualizar” la obra de Julio Galán para que forme parte de las conversaciones de identidad de género, la performatividad, el travestismo y las infancias.
“En su momento se contextualizó su obra dentro del discurso del neomexicanismo que, por una parte sí hay una convergencia con ese tipo de temas, pero me parece que su obra es mucho más rica en otros sentidos, justamente ahora por esta cuestión de los géneros”, dijo en entrevista la curadora.
Para la crítica de arte, poner a Julio Galán sólo en la caja de neomexicanismo representa una limitante, pues su obra iba más allá, como la forma en la que abordaba el travestismo: “El vestirse de china poblana era más que neomexicanismo; a él le gustaba el travestismo, disfrazarse y proyectarse como otros personajes”.
Arriola describe a Galán como una persona provocadora y privada, pero antes de continuar aclara que no tiene interés en hablar de su vida personal, pues considera que no es relevante para tratar el tema de su obra, que se caracteriza en parte por ser autobiográfica y por el autorretrato. “Aunque la obra sí es de alguna manera autobiográfica, también se sale mucho de la anécdota y parte de la idea de esta exposición es justamente desencajarlo de ahí”.
Sostiene que saber qué episodio de su vida hizo que Galán pintara cierto cuadro es “poco relevante” y que la atención debería estar sobre las preguntas que plantea la obra para entender las problemáticas que aborda.
“Él está planteando en su obra problemáticas, pero justo son problemáticas, no anécdotas de la vida de alguien. El que uno pueda transmitir en una obra de arte preguntas, a partir de cierto tipo de vivencias, eso es lo que hace a una obra de arte artística, importante e interesante”, afirma.
La última exposición de Galán fue realizada en 2008, en el Colegio de San Ildefonso. Han pasado 14 años desde entonces, por lo que con esta exposición no sólo se revive en la conversación pública, pues por primera vez la obra del artista se expone en el contexto de las redes sociales, lo que llevó a la curadora a ver que es un artista “intergeneracional”, pues los jóvenes se acercan a su obra por estos medios. Pero también demostró que el artista estaba “un poco en el olvido” al nivel del registro de su obra, pues Arriola explica que para planear la muestra de 80 piezas hizo mucha investigación: “Hubo que ubicar muchas de sus piezas que no estaban forzosamente en algún tipo de registro o que los registros, catálogos, no estaban actualizados desde hace más de 15 años”.
La exposición Un conejo partido a la mitad estará abierta al público hasta el 4 de septiembre.
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