La finalidad de las tareas de salvamento arqueológico, en el Tren Maya, es ampliar el área con fines turísticos, respondió la investigadora Rosa Reyna al director del proyecto arqueológico Tren Maya, Manuel Pérez Rivas, durante su participación en la segunda mesa del ciclo de análisis “Ideología, política y cultura”, coordinada por el investigador adscrito al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Bolfy Cottom, y que se realizó ayer en la Dirección de Estudios Históricos de dicho Instituto.
La mesa, en la que también estuvieron el topógrafo del INAH, Cecilio Cortés Arreola, y la directora del Centro INAH Campeche, Adriana Velázquez, se centró en lo que atañe a la arqueología en el proyecto del Tren Maya.
Manuel Pérez Rivas detalló las respectivas tareas de salvamento arqueológico que han hecho, presentó mapas de prospección arqueológica en los tramos del proyecto, más no de excavación. También reconoció algunas verdades no justificables: “Hay mucha gente que no tiene prestaciones, son compañeros de contrato, pero defienden al INAH con la camiseta bien puesta”.
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Ciertos aspectos del trabajo fueron detallados por los tres ponentes: desde un proceso tecnológico y de metodología que empieza con la tecnología LiDAR, en el caso de la participación de Cortés Arreola, hasta aceptar que toca ser una cara menos amable (“presentar denuncias, de ser el caso”) como uno de los componentes del proyecto, en el caso de Velázquez. Sin embargo, al concluir sus participaciones y darle la palabra al público, el debate empezó y uno de los críticos más agudos fue el historiador Felipe Echenique, quien en la primera mesa del ciclo denunció la destrucción masiva de patrimonio arqueológico en dichas obras. Puntualizó primero que no es lo mismo hablar de salvamento arqueológico en una pequeña colonia, que en los mil 500 kilómetros del Tren Maya y le reclamó a Pérez Rivas no mencionar en ninguna parte que se está trabajando con patrimonio histórico.
“Mil 500 kilómetros son la frontera de Ucrania con Rusia”, señaló el investigador y remató: “Lo que ustedes hicieron fue romper una biblioteca (...) 70 terabytes de información, ¿dónde están y quién los va a poder consultar?”.
Subrayó además que es necesario hacer una declaratoria de monumentos: “La destrucción de monumentos es un delito federal”.
Al retomar la palabra, Pérez Rivas le contestó a Rosa Reyna que, en su ponencia, faltó tiempo para explicar muchas cosas, pero que el Tren Maya no es un proyecto de él, sino del INAH. Mientras que, frente a Echenique reconoció que “evidentemente nuestra institución tiene problemas en lo financiero, ¿cómo soportar?, ¿cómo dar mantenimiento?, ¿cómo albergar?”
Nos hemos ido por las plataformas libres, continuó Pérez Rivas y abundó en que hay una iniciativa para albergar el equivalente a un cuarto lleno de discos duros con información. “No sólo es el bien nacional, esta información debe estar accesible. Mucha de la información que recuperamos los arqueólogos está perdiéndose, tenemos bodegas llenas de materiales con etiquetas, pudriéndose, y se han quedado allí. Hay materiales que no tienen padres académicos y están perdiéndose. Esos tepalcates y esos materiales que son fuentes de estudio se están perdiendo allí. Y eso es destrucción de patrimonio. Tenemos que replantearnos cómo funcionar como Instituto”.
El director del proyecto arqueológico además reconoció que no hay tantos arqueólogos como se quisiera; que los procedimientos tienen que ser mejorados y que “la propia exploración arqueológica causa pérdida de información”. Tenemos que hacer esa exploración lo más eficientemente posible, señaló y enfatizó una comparativa: la de las mil 24 hectáreas que abarca la obra del Tramo 7 y el desarrollo de hoteles de mil hectáreas en la misma zona. “Hay que hacer una revisión, ¿cuántos Salvamentos se han hecho en toda la costa de Quintana Roo? Todos los que somos parte del Instituto somos responsables. El error es que no estamos trabajando de manera conjunta, tenemos que buscar soluciones. El Instituto tiene una misión que es inalienable, lo que hemos hecho es aportar un granito de arena”, afirmó el arqueólogo.
En la ronda de preguntas fueron particularmente enérgicas las palabras de la antropóloga Lina Güemes: “Hasta dónde yo puedo inferir, el Ejército pidió la cabeza de Fernando Cortés de Brasdefer”, dijo sobre el caso del arqueólogo que en días recientes denunció el acoso de Diego Prieto por hacer pública la destrucción de patrimonio.
Está muy implicado el maestro Diego Prieto, continuó Güemes. “Recuerden que la antropología no trabaja para el Estado, trabaja para la sociedad que nos paga (...) Me da mucha vergüenza que como trabajadores, colegas y compañeros se hayan expuesto ustedes a hacer este papel tan indigno”.
Palabras que Cottom complementó: “Yo esperaría que no escalara hasta un tema de orden laboral”, y concluyó con un llamado al diálogo y la aceptación de errores para reconstruir al INAH.
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