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Para Sebastião Salgado (Minas Gerais, Brasil, 1944), tomar instantáneas con teléfono móvil "no es fotografía", sino utilizar "un sistema de comunicación por imágenes", aseguró este jueves el fotógrafo y artista durante la presentación de su exposición "Amazonia" en Madrid.
"No creo que ahora todo el mundo sea fotógrafo y que haya más ahora que hace veinte o treinta años", afirma el ganador de premios como el Príncipe de Asturias de las Artes o el World Press Photo, que expone en el madrileño Centro Cultural Fernán Gómez una muestra de 200 imágenes de gran formato y siete películas, con banda sonora compuesta por Jean-Michel Jarre.
Los fotógrafos, advierte, tienen una "preocupación por mostrar la realidad" y ser "espejo y memoria de la sociedad", además de "una parte importante del sistema de información". Y las imágenes de teléfono son un objeto efímero destinado a comunicarse que normalmente se pierden cuando se cambia de móvil, reflexiona.
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Tampoco le interesan a Salgado las innovaciones de la inteligencia artificial: "Mis fotos las hago como siempre y creo que la mayoría de los fotógrafos también", remarca.
Él acostumbra a usar lentes de 28, 35 y 60 milímetros con una cámara Leica y no trabaja con flash ni realiza fotografías en color, con una técnica en la que los expertos ven la sencillez de los grandes maestros de la luz y el encuadre.
Salgado confiesa que está cansado y que ha llegado la hora de jubilarse y dejar un legado a los jóvenes profesionales. "Mi parte creo que ya la intenté", asegura, descartando iniciar nuevos proyectos tras haberse dedicado a documentar durante décadas la situación de los desfavorecidos y en los últimos tiempos la belleza de la naturaleza y la devastación que sufre.
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La amenaza de la extrema derecha a la naturaleza
"Amazonia" es una muestra de ello. Durante siete años, Salgado convivió con doce poblaciones indígenas en el Amazonas para poner de manifiesto la urgencia de preservar el planeta y el resultado es una experiencia multisensorial (se ambienta con sonidos naturales) que ya ha pasado por París, Roma, Londres, Los Ángeles, São Paulo y Río de Janeiro.
Una exposición que concibió junto a su mujer, Lélia Wanick Salgado, como "una tentativa de proteger un hábitat amenazado", asegura el fotógrafo, que subraya que está de acuerdo con el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, para quien "el colapso climático ha comenzado".
"Vivimos un momento difícil, pero creo que también hay una gran conciencia en dirección de la protección del planeta y que los jóvenes están preocupados por su futuro", afirma el brasileño, que reconoce que "nadie podía pensar a qué velocidad" iba a llegar el calentamiento global.Él mismo tenía esperanza en que la conciencia climática iba a evitar el desastre: "Todavía existe una solución para el problema, es posible salvar la biodiversidad, pero tiene que ser rápido".
Para ello hace falta "una decisión política y de la sociedad" y también la ayuda de las empresas (su exposición está patrocinada en España por Zurich, Telefónica y Redeia), que se enfrenten a los intereses económicos detrás de las acciones más contaminadoras y el negacionismo del cambio climático.
"Hemos visto el desastre ecológico de (el ex presidente brasileño Jair) Bolsonaro", que permitió que la Amazonia perdiera cerca de 45.000 kilómetros de bosque tropical en cuatro años, con una ideología "de extrema derecha" y en defensa de determinados intereses económicos que también cala en Europa y España, advierte.
Frente a ello, aboga por acciones como la que su mujer y él emprendieron en Brasil, donde transformaron una hacienda en reserva ecológica.
Con este proyecto, recuerda, lograron plantar más de tres millones de árboles y ahora, con la ayuda de empresas y del Gobierno alemán, están comprando más tierras para reforestarlas, un modelo que propone también importar en España para superar sus graves problemas con el agua y la biodiversidad.
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