Para, el autor e ilustrador argentino que ha hecho de Barcelona su patria y de la Asociación WinDown –que fundó y preside-- un espacio central para trabajar el arte como herramienta de inclusión, asume el papel en blanco como la neutralidad y la libertad para dibujar y escribir lo que se quiera, y afronta el dibujo como una experiencia divina, casi mística y religiosa, así lo confirma su más reciente libro “Un viaje en lápiz” (Océano), que se define como la entrada a su cabeza y a su libreta de apuntes.

En ese libro en el que cuenta su propia historia, donde habla de sus padres, de escenas de sus viajes por América Latina, comparte pequeños cómics, textos, retratos de desconocidos que toman café o niños que viven en la selva de Ecuador, no deja de contar historias sobre su hijo Théo, y en espacial sobre su vida con Mallko, el protagonista de su premiado libro “Mallko y papá” e inspiración de “No somos angelitos”, un álbum que habla sobre los niños con síndrome de Down.

Retratos con Gusti, Artista Visual Argentino en el Stand de la Editorial Planeta durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Foto: Fernanda Rojas / El Universal"
Retratos con Gusti, Artista Visual Argentino en el Stand de la Editorial Planeta durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Foto: Fernanda Rojas / El Universal"

“El dibujo es inclusivo, el dibujo es libertad, es una herramienta de libertad de inclusión e incluso de democratización. Todos somos iguales, pero somos diferentes, todos somos diferentes. Para mí es una herramienta fabulosa para poder comunicarnos, el dibujo tiene un lado como muy inconsciente, el dibujo desvela muchas cosas, necesidades, miedos, frustraciones, por los colores, por el trazo, todo habla de una persona”, asegura Gusti.

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Para el ilustrador el dibujo es un espacio democratizador donde sí tenemos cabida todos, por eso la inclusión, por eso todos los colores, todos los lápices de colores son una metáfora de inclusión, usamos todos los colores. Desde esa hermosa caja de herramientas, Gusti ha trabajado mucho y más desde el nacimiento de su hijo con sindroma con el dibujo como método de inclusión.

“Estoy trabajando mucho por el tema de la inclusión y por aceptar las diferencias, porque tenemos una mirada todavía hacia la discapacidad muy amañada, y aunque hemos avanzado tenemos que mejorar esa mirada. La gente tiene miedo sobre cómo nombra a estas personas, ¿con discapacidad?, ‘personas con no sé qué’… no tengan miedo, a lo sumo pueden preguntar, pueden meter la pata que no pasa nada y que no cambia nada, a veces hay que ser un poco irreverente también y eso es respeto”, señala.

Retratos con Gusti, Artista Visual Argentino en el Stand de la Editorial Planeta durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Foto: Fernanda Rojas / El Universal"
Retratos con Gusti, Artista Visual Argentino en el Stand de la Editorial Planeta durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Foto: Fernanda Rojas / El Universal"

Cuenta que en la Asociación WinDown hay un chico ciego con el que hacen bromas. “Siempre que llega le digo “tú no me saludas, es que tú no ves lo guapo que estoy hoy”; la gente se sorprende, pero es lo más natural del mundo, tu no ves, pero yo no puedo hacer otras cosas, todos tenemos alguna discapacidad”.

Dice que todos queremos que nuestros hijos estén sanos o que las personas no tengan que pasar por eso. Sin embargo, ha aprendido que las personas que creemos con discapacidad, son quienes más conscientes son de su libertad. Por ejemplo, está dando talleres online de sexualidad para adolescentes varones con discapacidad.

“Ellos tienen claro que el cuerpo no lo pueden mejorar, que el cuerpo está ahí como una especie de cárcel, de prisión, pero adentro es pura joya, pura fiesta, no tiene trauma de no sé qué, no tienen ningún trauma, ninguna parálisis, adentro hay un caos de tránsito, de coches. Hay que cambiar esa mirada, la mejor forma es siempre poner primero la persona por delante”, asegura Gusti.

Especial.
Especial.

Dice que las personas somos quienes partimos de asignarles la discapacidad antes de tratarlas como personas. Explica que si el dibuja con tres líneas dibuja una casa, con un círculo y una línea dibuja un árbol o con una curva un pájaro, nadie dice le falta la puerta o una rama o un ala, pero si dibuja a un niño con una silla, todos dices: es un niño discapacitado con silla de ruedas.

“Tenemos manías, sí vemos la silla de ruedas, no hay que ver la silla de ruedas, es antes que nada un niño. Así como no ves la rama y no ves la puerta, esa mirada es la inclusión. Las sociedades debemos acostumbrarnos a dejar de ver la silla para ver al niño, con eso solucionamos el problema, se integra todo. Es tan simple y también tan complicado”, afirma el ilustrador que ha sido acreedor de importantes reconocimientos, como el Premio Nacional de Ilustración, La Pomme D’or de Bratislava y el Bologna Prize en la categoría “Disability” por el libro “Mallko y papá”.

Foto: Fernanda Rojas/El Universal.
Foto: Fernanda Rojas/El Universal.

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Gusti afirma que hay que trabajar mucho, pero hemos mejorado bastante en comparación con tiempos pasados, antes a los chicos con síndrome Down se les dejaba encerrados en casa, eran considerados los tontitos, ahora se sabe mucho más, aunque hay que trabajar y todavía hay que dar más.

“Son identidades horizontales que rompen. Por ejemplo, tu marido es africano, tú eres africana, tu hijo va a ser africano, pero qué pasa si de africanos nace un niño con enanismo, es una identidad que rompe y entonces los padres tenemos mucha tendencia a llevarlos a nuestro terreno, ‘no quiero que sea enano, le voy a hacer una operación horrible, le subo 35 centímetros el fémur’, con eso el colectivo de personas enanas no lo reconoce porque es más alto y la gente de la sociedad dice es un enano alto, pues le jodimos la identidad, por mucho que te guste o no, tiene una identidad, no se la quites, más bien poténciala. Eso aun lo tenemos que aprender”, afirma.

El ilustrador que con el libro “Un viaje en lápiz” ha creado una obra que inspirará a dibujantes, ilustradores, padres, diseñadores gráficos y a todos los que amen las historias y quieran participar en la construcción de su propia historia, tiene claro que el dibujo es una normalidad y posee una lectura muy sanadora.

“Dibujar es muy simple, no hay ninguna pretensión artística, simplemente que me expreso a través del dibujo, si fueran música haría en un libro de música. Lo que hago es ir diciendo cosas. Las libretas están para eso, por eso le digo a los niños que dibujen en libreta, no en papeles sueltos, los papeles sueltos se pierden, las libretas quedan. Yo tengo todas mis libretas. Todo lo que está ahí es lo que hay”, concluye Gusti.

Foto: Fernanda Rojas/El Universal.
Foto: Fernanda Rojas/El Universal.

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