El futuro de la red de Teatros del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) representa una laguna para ciertas figuras centrales de la comunidad teatral mexicana: la opacidad y el desconocimientos con los que el pasado 15 de agosto se firmó un convenio entre la Secretaría de Cultura y el IMSS, durante la inauguración de la Cineteca de las Artes, para convertir los teatros, según un primer anuncio, en sedes de la Cineteca Nacional, son notorios.
Un mes después, Héctor Robles, titular de la Unidad de Prestaciones Sociales del IMSS, uno de los firmantes del convenio, confirmó a EL UNIVERSAL que no se trata propiamente de convertir los espacios en cines a la manera de Linterna Mágica o de las Cinetecas que alberga la capital del país, sino de adaptarlos con requerimientos mínimos para proyectar películas de tres instituciones con las que se colabora: la Secretaría de Cultura, el INBAL y la UNAM (con un recurso de alrededor de 40 mil pesos destinados a cada uno de los 11 teatros que no tienen la capacidad material para ello).
En otras palabras, se trata de una adaptación con los requerimientos mínimos para proyectar cintas que conforman las muestras de la Cineteca o de la UNAM, en 34 teatros que seguirán sirviendo como tales.
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Este anuncio es un nuevo capítulo en la azarosa historia, al menos en las últimas décadas, de la que ha sido señalada constantemente como la red más grande de teatros de América Latina.
“Pareciera que está de moda hacer Cinetecas. Pretende sonar bien, pero es falaz. Qué bien que haya más Cinetecas, ¿pero a costa de qué? Las políticas fallidas se están yendo al desahucio. Urge una movilización, urge una exigencia por parte de todas las comunidades teatrales del país a las que de una u otra forma se afecta”, afirma el dramaturgo y director Luis de Tavira.
En su época de oro, continúa el ganador del Premio Nacional de Ciencias y Artes en 2006, los nombres centrales del proyecto eran Julio Prieto, Ignacio López Tarso, Ofelia Guilmáin, Ignacio Retes y José Soler.
“Fue uno de los mayores momentos de vitalidad teatral y cultural que ha vivido el país”, asegura y recuerda una anécdota desafortunada: “Hace algunos sexenios, un exdirector tuvo la diligente idea de que iba a convertir los teatros en estacionamientos porque eso sí reditúa. Bueno, pues a eso suena”. Anécdota a la que se suma el intento fallido del entonces director del IMSS, Mikel Arriola, de recuperar uno de los grandes proyectos culturales del siglo XX.
“Nunca había contado la acción teatral con mayor sentido e infraestructura: una iniciativa que se dio en una época plena de política cultural, laboral y sanitaria, que integraba las acciones a favor de los trabajadores y de la sociedad, vinculados a la construcción de infraestructuras: allí donde hay una clínica, hay un teatro”, continúa De Tavira.
El director de escena Mario Espinosa lo subraya: “Los teatros del Seguro no han tenido, en varios sexenios, un programa de trabajo que los devuelva a la función para la que fueron hechos: llevar a cabo un programa de artes escénicas que forme parte de la canasta básica no sólo de los asegurados sino de todos. El mundo cambia, no tiene por qué ser igual que en los 60, los 70, los 80. Es mejor que sean esto a la nada, pero es una pena que no haya recursos ni el suficiente tiempo dedicado a un programa de artes escénicas”.
“Tampoco creo que sea una respuesta la proyección de películas en los teatros. No creo que sea un programa que responda a la utilización de estos espacios”, complementa la investigadora de artes escénicas Patricia Chavero, quien recuerda algo fundamental: el proyecto también cumplió ante una carencia que la Federación tenía con los artistas; llegado el punto límite del INBAL en la construcción de teatros en México, la red que hizo el IMSS cubrió dicho faltante.
“Nuestro país clama por tener más espacios escénicos”, retoma la palabra Espinosa.
El dramaturgo y director Miguel Sabido, quien trabajó en el Patronato de Operación de Teatros del IMSS en 1961, cuando era presidido por José Gorostiza, pone los puntos sobre las íes: “Los Teatros del IMSS son una joya cultural de México. El señor Zoé Robledo sabrá por qué renuncia al ejercicio de los teatros del Seguro, aunque me dicen que no van a dejar de ser teatros. Lo que yo pido es que no se lastime la arquitectura de estos espacios”, afirma y enlista un ejemplo concreto: el del Teatro Xola, donde “algún director genial, cuyo nombre no diré”, le hizo un hoyo al ciclorama. “En un teatro que era famoso a nivel mundial por su acústica privilegiada, los actores ahora tienen que usar micrófono”.
La explicación de Sabido es concreta: una pantalla de cine, por más simple que sea, debe instalarse en algún sitio. Los escenarios están hechos para que la acción pueda verse desde cualquier butaca y, si la pantalla se instala en primer término, el público no podrá verla. Otro tipo de instalación podría tapar el ciclorama debido al diseño de los teatros. “No hay manera de poner una pantalla. Va a ser difícil adaptarlos para poner y quitar una pantalla. No entiendo el marco conceptual, teórico, en el que se basan para instalar pantallas en teatros, pero seguro lo hay y es sólido. Sólo que no lo conozco porque no lo han hecho público”.
Sabido, afirma, puede explicar por qué la infraestructura de la red es un patrimonio fundamental en la historia de las artes escénicas. Sin embargo ha buscado a las autoridades y no le han dado cita ni le devuelven las llamadas.
Quedan pocas personas que conozcan, a profundidad, la operación de la red; además de él mismo, menciona a dos más: Alejandro Camarena, que estaba en la parte administrativa, y el actor José Carlos Ruiz. También recuerda que en el Teatro Hidalgo y, otra vez, en el Xola, fueron destruidos los discos giratorios. “Estos no son espacios hechos para el cine, sino, evidentemente, para las artes escénicas, las artes vivas”, afirma Espinosa. Para De Tavira la red era recuperable: Y no sólo eso: esta recuperación es urgente. Tal vez nunca como hoy resulta más necesaria la oferta pública del teatro, tanto para las comunidades como para los hacedores y eso requiere una infraestructura que potencie estabilidad”. Sabido concluye así: “¿Para qué quieren otro local de cine? Eso es decisión del señor Robledo y la historia lo juzgará”.
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