El 18 de julio de 2020, el avión Boeing B 727-200 fue incendiado y quedó parcialmente consumido por el fuego. El interior fue saqueado casi en su totalidad. Ese avión, que se encontraba abandonado en la ciudad de Tampico, en lo que sería un parque temático, fue la sede del proyecto Teatro para el fin del mundo, una plataforma que interviene espacios en ruina que son atravesados por la violencia y los convierte en lugares de convivencia y de expresión cultural.
Desde 2013, el avión fue un punto de encuentro del Teatro para el fin del mundo, en el que se realizaron distintos proyectos escénicos. En 2019 fue sede del Laboratorio Nacional de intervención de espacios en ruina y ese mismo año, la XIV Cuadrienal de Praga lo consideró uno de los espacios más reveladores por un proyecto conjunto con un colectivo escénico de Chile.
Con una historia reciente y a pesar de que su objetivo era establecer diálogos y reflexiones alrededor de los espacios públicos, el avión fue incendiado. Y aunque de las cenizas de la aeronave surgieron reflexiones y conversaciones, en diciembre de 2020, autoridades de Tampico retiraron los escombros. El avión dejó de ser un espacio de encuentro.
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Fue así que integrantes del proyecto visitaron una última vez el espacio para realizar un performance a modo de despedida de los restos. En esa intervención recuperaron seis piezas del avión para tener un registro de lo que una vez fue un lugar dedicado al teatro y al encuentro.
Hoy, esas seis piezas son parte de la instalación escénica Bitácora del Atentado, la cual se presenta en el Espacio Underground del Museo Universitario del Chopo, y la cual tiene como propósito documentar la historia del Boeing B 727-200, así como plantear reflexiones sobre la condición de los espacios públicos y cuestionar los actos de violencia que atraviesan este tipo de sitios. También busca visibilizar los movimientos de resistencia pacífica.
Puntos de encuentro
En entrevista con EL UNIVERSAL, Ángel Hernández, dramaturgo y director de la plataforma Teatro para el fin del mundo, expresa que la finalidad del proyecto es hacer investigación de espacios condicionados por el abandono y la violencia.
La forma de trabajo del proyecto es, en primera instancia, la reflexión y documentación de los espacios elegidos, para luego pasar a proyectos artísticos en sitio, es decir, en estos lugares se realizan piezas teatrales o performáticas. Luego se realizan circuitos artísticos con otras agrupaciones, con el objetivo de recuperar los espacios y que se reintegren a las comunidades aledañas. Las piezas escénicas son registradas con fotografía y video y se añaden al archivo de los sitios.
“Somos una plataforma que permite que otros colectivos puedan generar procesos de intervención en esos lugares marginados y abandonados, somos una agencia que se preocupa por estos espacios, para que se generen procesos de investigación y experimentación escénica en ellos, realizamos festivales anuales donde invitamos a otros colectivos de teatro a hacer piezas, es un trabajo conjunto”, explica Ángel Hernández.
Además del parque temático donde se encontraba el Boeing B 727-200, otros espacios intervenidos por el proyecto son el Hospital Cívico de Tampico, el cual tiene más de 40 años de haber sido abandonado.
Otro punto de encuentro es un cementerio de fábricas en la ciudad de Tampico, en donde, de acuerdo con Ángel Hernández, se han investigado, documentado y realizado puestas en escena en las cinco fábricas que se encuentran en el lugar.
Teatro para el fin del mundo se compone por seis personas dedicadas al teatro. Anualmente hacen invitaciones a otros creadores para trabajar proyectos conjuntos. La plataforma ha llegado a países de Sudamérica como Chile y Uruguay, donde la violencia atraviesa a la sociedad.
Sobre el presupuesto, el dramaturgo indica que el proyecto es autogestivo e independiente, no reciben presupuesto del gobierno. “Lo que hacemos es un intercambio con otros colectivos que aportan para que los proyectos puedan salir adelante, nosotros, como organización central, hacemos aportaciones y recibimos donaciones”.
Sobre el incendio del Boeing B 727-200, Hernández señala que el sitio no sólo era un punto de encuentro artístico, sino que se había transformado en un lugar de convivencia civil.
“Comenzamos a crear un archivo, hicimos una investigación de cuando el avión existía y también hicimos el registro de cuando recuperamos los escombros; no sólo fue perder el avión, sino las implicaciones de perder un espacio de confluencia pública, no era sólo un foro, era un espacio de convivencia civil”.
Para el dramaturgo, este hecho es un reflejo de la situación política en Tampico y cree que el incendio pudo ser una acción premeditada por las autoridades del estado.
“La ubicación del avión era estratégica para el gobierno, estaban planeando hacer un proyecto turístico que incluyó la privatización de esa zona, se han venido haciendo proyectos comerciales en todo el perímetro”.
Si bien la versión oficial del incendio del avión recayó en un crimen cometido por pandilleros, Ángel Hernández declaró que se está cometiendo un ecocidio en toda la zona por los proyectos inmobiliarios que actualmente se realizan.
Bitácora del atentado
El resultado de la investigación se materializó en la muestra Bitácora del atentado, una experiencia que une la instalación, el teatro y el perfomance.
Dividida en dos partes, la puesta empieza en el Espacio Underground del Museo del Chopo, en la que se pueden apreciar las seis piezas recuperadas del avión. A la par de que el espectador ve las piezas, los actores Mario Deance, Lucero Arreola, Nora Hernández y Sabina Hernández explican el nombre de cada una y recitan diálogos que cuentan la historia del Boeing B 727-200.
En un segundo acto, los visitantes visualizan un mapa que cuenta la historia del avión, así como parte de los trabajos de Teatro para el fin del mundo.
Por último, en el escenario de la sala se representa una obra que reflexiona sobre los espacios públicos, sobre la violencia que atraviesa Tampico y sobre las posibilidades de crear arte desde las cenizas y la tragedia.
“Revisitamos el atentado del avión, cuestionamos las condiciones de los espacios públicos, la idea es reflexionar sobre los espacios de encuentro de la ciudadanía, es un archivo de artes vivas donde se plantean puntos sobre Tampico”, expresó Illona Goyeneche curadora de la muestra.
Bitacora del atentado se presentará el viernes 21, sábado 22 y domingo 23 de abril en el Museo Universitario del Chopo.
Para conocer horarios y costos, así como información de la muestra, visite la página web: https://cultura.unam.mx/evento/bitacora-del-atentado-1.