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El artista estadounidense Steven Brown, conocido por ser el fundador de los grupos de culto Tuxedomoon (new wave, experimental, art rock) y Ensamble Kafka, quinteto inspirado en la música tradicional mexicana, lanzó en abril su álbum más reciente como solista, "El hombre invisible", que presentó el 20 de diciembre en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris en compañía de la cantante y compositora guatemalteca Mabe Fratti.
La mayoría de las canciones de El hombre invisible iban a ser parte, en un principio, de un nuevo disco de Tuxedomoon proyectado en 2017. Sin embargo, el proyecto no se concretó y las piezas fueron reutilizadas por Brown. “Pasé muchos años sin hacer canciones, con voz y letra, como solista. Son Tuxedomoon, sí; yo sólo, no. Usé minidiscos que grabé hace veinte o treinta años”, cuenta, en entrevista, Brown.
En parte, el álbum es —continúa— lo más cercano que se podrá escuchar a Tuxedomoon desde la trayectoria de Brown en años recientes. Tiene sonidos urbanos, cercanos al jazz y canciones instrumentales, cuyo género es más ambiguo (como “Fireworks” o “Kill”, con un pasaje instrumental más relacionado con lo bucólico). Vale la pena recordar que, aunque Tuxedomoon es una agrupación de culto, en 1987 —10 años después de haber sido formada— alcanzó cierto reconocimiento comercial cuando el cineasta alemán Wim Wenders utilizó, persuadido por su pareja, la actriz francesa Solveig Dommartin, el tema “Some guys”, de Tuxedomoon, para la banda sonora de Las alas del deseo. Años atrás, la banda hizo la música de Divine, pieza del coreógrafo Maurice Béjart.
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Desde entonces, el grupo es un referente debido a sus influencias que van del rock clásico y experimental a la música culta y contemporánea.
Las influencias que Brown enlista son las mismas que marcaron a Tuxedomoon: de compositores fundamentales en el canon occidental, Richard Wagner, Béla Bartók, Francis Poulenc, John Cage y György Ligeti a grupos y cantantes de rock y jazz como Albert King, Miles Davis, David Bowie, Lou Reed, Brian Eno y Kraftwerk. Entre los artistas contemporáneos, enlista a Kronos Quartet, Francisco López y Jean-Luc Fafchamps. “Con Tuxedomoon la regla principal era no sonar a nadie más, queríamos evitar cualquier huella de otros grupos. Teníamos muchas influencias, pero no queríamos mostrarlas. Fue interesante porque otro integrante, Blaine L. Reininger, tiene educación clásica como violinista; yo no y Peter Dachert tampoco”.
La influencia del rock y la música clásica y contemporánea es lo que hizo interesante a Tuxedomoon en la década de 1980 y la estela que Brown ha intentado seguir —particularmente notoria en El hombre invisible, título que aluda a la novela homónima de Ralph Ellison. “Ese libro se publicó en 1952, año en que nací. Es la historia de un afroamericano que vive en Estados Unidos y es invisible porque la gente blanca no quiere ver a los latinos, a los negros, a las minorías. Eso quedó grabado en mi mente. Por mi estilo de vida siento que soy invisible en muchos sentidos. Recuerdo una entrevista que le hicieron a Juliette Binoche, donde dice que los pobres y los viejos son invisibles. En los últimos 20 años, yo he hecho unos cinco discos instrumentales que nadie conoce”, abunda el músico afincado en Oaxaca desde 1995.
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Brown cuenta que llegó a México fascinado: “Nunca tuve planes de vivir aquí”, señala y recuerda que su idea era salir de Bruselas, donde vivía entonces, y dirigirse a Belice porque extrañaba la luz del sol. “Caí en la trampa del encanto de México. Es un ambiente, un espíritu que se siente cruzando la frontera, algo que no he visto en ningún otro lado. Una energía psíquica es más perceptible para la gente que no es de aquí”, concluye.