La activista y escritora feminista Marta Lamas, una de las más importantes de México, habla en entrevista sobre la historia de la despenalización del aborto en el país, eje de "El largo camino hacia la interrupción legal del embarazo. Una interpretación", ensayo publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y cuya tercera edición presenta mañana en la Feria Internacional del Libro de Minería (Salón El Caballito, a las 14:00 horas) junto a Socorro Venegas, Marisa Belausteguigoitia y Rebeca Ramos.
¿Qué piensas sobre los discursos de maternidad que hay en la actualidad?
¿Qué tan vigentes siguen estando los elementos de la “Maternidad voluntaria”?
Se han complejizado debido al planteamiento de que hay un imperativo cultural: lo que se espera de las mujeres es que sean madres, que quieran ser madres. y causa sorpresa, enojo o rechazo cuando deciden que no. Hay una discusión de hasta dónde el deseo de querer ser madre es una consecuencia de lo que se llama el mandato de la femineidad; mandato que quienes se asumen femeninas internalizan de manera inconsciente.
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¿A qué se debe la penalización del aborto en Estados Unidos el año pasado?
El aborto siempre ha sido materia de disputa política. En Estados Unidos, más que penalizarlo, se argumentó que una corte constitucional está para resolver cuestiones constitucionales; sentenciar la comprensión del aborto como un asunto de la intimidad de las mujeres era algo equivocado para ellos.
Trump y los republicanos querían desde hace mucho acabar con esto. Era un mensaje político. La corte conservadora de Estados Unidos se desafanó con un argumento constitucional; de alguna manera, desde antes el aborto ya estaba penalizado.
Las estadounidenses que querían abortar legalmente se enfrentaron a grupos de ciudadanos que no querían que sus impuestos públicos pagaran abortos legales.
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¿Cuál es ahora la tendencia internacional?
La resolución de Estados Unidos de darle la vuelta a la legalización del aborto porque “es un tema de la intimidad” llevó a una serie de litigaciones para hacer visible que ese derecho a la intimidad lo pagan los ciudadanos con sus impuestos.
Las estadounidenses que llevaban casi 50 años de no movilizarse al respecto, ahora acuden a México para ver cómo se arman las redes de apoyo y cómo es el aborto con medicamentos. A partir de la cancelación de la Suprema Corte hubo un despertar activista.
¿Entonces, la tendencia depende de cada gobierno y no es homogénea?
Hay que analizar país por país. En Inglaterra se legalizó el aborto desde los años 60 con una permisividad impresionante (las fechas de allá son de hasta 24 semanas). Thatcher quiso meter controles y la Asociación de Médicos dijo que no era una decisión de los diputados, sino de ellos, los médicos.
En Polonia, cuando fue parte del bloque comunista, se legalizó el aborto; ahora lo gobiernan grupos conservadores y se ha cerrado cada vez más.
En España se legalizó la semana pasada; antes había muchas ciudades españolas sin clínicas para abortar; ahora, por ley, cada capital de las provincias o autonomías debe tener una clínica pública que haga abortos; también se quitó la parte que no respetaba la decisión de la mujer (pedir tres días para reflexionar, persuadir con material sobre las ayudas que el Estado da a las madres); es la nueva ley que impulsó el Ministerio de la Igualdad con Irene Montero.
Italia, con su sociedad tan católica, lo legalizó en 1978. A ver qué pasa con el gobierno conservador que tiene ahora. Mientras el aborto no sea un derecho constitucional, va a estar sujeto a la posición política del gobierno en turno.
¿Por qué en Italia, que es tan religioso como México, se legalizó antes?
En México llegamos tarde a la legalización porque no tenemos un debate público democrático y sostenido. La primera vez que en la televisión hubo un debate sobre el aborto que, además, ganamos, fue en 1991 con Nino Canún. Un debate que se extendió hasta la madrugada y al que llamó por teléfono el público para votar si estaba a favor o en contra; nosotros ganamos.
Los grandes empresarios católicos (entre ellos, Servitje, de Bimbo) hablaron a Televisa para decir que si volvía a haber un debate sobre el aborto retirarían su publicidad. Desde 1991 no hemos vuelto a tener un debate así en la televisión. Ahora, la primera vez que se habló de aborto en México fue en 1936, como un tema de salud y no del Código Penal. Pero lo que no ha habido es un debate público; empezó un poco en las radios, yo iba y debatía con Serrano Limón, de Provida.
Los empresarios católicos han impedido que se hable de aborto, en primer lugar; luego, de homosexualidad. ¿Por qué Italia despenaliza? Durante un año, en las televisiones y las radiodifusoras se contrastaron ángulos. Hubo un proceso previo al fallo a favor. En México los grupos en contra han tenido una labor de base. Esto está cambiando gracias a la Marea Verde. En los últimos años se ha legalizado el aborto en ocho Estados por el impulso de los diputados que lo han ganado.
¿Qué especula que va a pasar en México en la próxima década?
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