El 19 de noviembre, en Nueva York, la casa de subastas Sotheby’s pondrá a la venta dos cuadros que tienen Declaratoria de monumento artístico, por lo tanto su exportación permanente es ilegal: se trata de Siqueiros por Siqueiros, de David Alfaro Siqueiros, con precio de salida a subasta entre 70 y 90 mil dólares, y de Caballo en el circo, de María Izquierdo, con precio de salida de 40 y 60 mil dólares.

Estas dos pinturas forman parte de la colección semilla de Jacques y Natasha Gelman, un productor del cine de oro mexicano y su esposa, quienes amasaron una de las colecciones más importantes de arte moderno mexicano y que reaparece en esta subasta tras años de mantener un bajo perfil por disputas testamentarias.

“En Estados Unidos no (es legal vender estas pinturas), no pueden salir del país, tiene que ser en México porque son patrimonio”, declara en entrevista Gerardo Estrada, exdirector del Instituto Nacional de Bellas Artes.

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La casa de subastas reproduce en su catálogo las obras de los mexicanos, algo que también tendría que haber autorizado el INBAL. En la imagen, la página que muestra Siqueiros por Siqueiros, con precio de salida entre 70 y 90 mil dólares. Foto tomada de Catálogo "Jacques & Natasha Gelman. Collecting Modern Art", de Sotheby's
La casa de subastas reproduce en su catálogo las obras de los mexicanos, algo que también tendría que haber autorizado el INBAL. En la imagen, la página que muestra Siqueiros por Siqueiros, con precio de salida entre 70 y 90 mil dólares. Foto tomada de Catálogo "Jacques & Natasha Gelman. Collecting Modern Art", de Sotheby's

De acuerdo al artículo 6° de las Declaratorias de monumento artístico de Siqueiros e Izquierdo, publicadas en el Diario Oficial de la Federación en 1980 y 2002, respectivamente, se establece que “queda prohibida la exportación definitiva de las obras”. Estos cuadros sólo pudieron salir del país con autorización del INBAL para préstamos temporales y con “garantías confiables para asegurar su retorno”.

Las Declaratorias también establecen en el artículo 5° que la reproducción de las obras de Izquierdo y Siqueiros requieren autorización del INBAL y que si es con fines comerciales —como lo es el caso de Sotheby’s, que en su catálogo de subasta y en su sitio web publica las imágenes de las pinturas— “los interesados deberán recabar las autorizaciones y pagar los derechos establecidos en las leyes”.

En la procedencia de las obras que detalla Sotheby’s se puede ver que estas dos pinturas dejaron de ser parte de la colección Gelman, pues se indica que fueron adquiridas en la Fundación Vergel (creada por el albacea de la colección, Robert Littman) por el “propietario actual”. Este cambio de propietario en algún punto también debió ser informado a las autoridades mexicanas, como dicen las declaratorias.

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Se preguntó a la Secretaría de Cultura y al INBAL sobre si tenían conocimiento de esta situación y sobre si contaban con el registro de cambio de propietario, el permiso de exportación de las pinturas, aunque sea de forma temporal, y la solicitud de reproducir la imagen de los cuadros. Pero la tarde de ayer el INBAL se pronunció en un breve párrafo: “El INBAL comunica que está recabando la información correspondiente para llevar a cabo las acciones que resultarán necesarias para salvaguardar el patrimonio declarado monumento artístico dentro del marco legal y normativo vigente”.

Los cuadros de Siqueiros e Izquierdo no son los únicos con Declaratoria que forman parte de esta subasta, pues también se venderán Retrato de Cristina Kahlo (1936), de Diego Rivera, y los dibujos 11:25 (Carma III) (1946), Máscaras (Carma I) (1946), The Miscarriage (1932), Dibujo con pie (1946) y Collage con dos moscas (1953), de Frida Kahlo, la diferencia es que estas piezas no son parte de la colección semilla ya que fueron compradas tras la muerte de los Gelman.

En el caso de las obras de Kahlo, Hilda Trujillo, exdirectora de la Casa Azul Frida Kahlo, asegura que estos dibujos fueron vendidos originalmente en territorio mexicano, por Dolores Olmedo, por lo que su exportación también sería ilegal.

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Por su parte, Sotheby’s incluyó un aviso en su página web de que el cuadro Siqueiros por Siqueiros no puede exportarse y que aunque se subastará en Nueva York, se entregará al comprador en México, pero esta advertencia no está originalmente en el catálogo ni se encuentra en las páginas de los lotes de Izquierdo, Kahlo y Rivera.

El drama de la colección Gelman

La venta de estas obras no sólo es cuestionable por infringir la ley mexicana, sino porque se podría no estar siguiendo la estipulación testamentaria de los Gelman.

Tras la muerte de Natasha Gelman en 1998, la colección mexicana pasó a su albacea Robert Littman. Aunque no se hizo público el testamento, en medios circuló la versión de que la colección no podía salir de México ni disgregarse y debía irse a un museo. Este último requisito no fue posible porque Littman planteaba condiciones difíciles de cumplir.

“Él pedía una fuerte suma de dinero y el gobierno no estaba dispuesto a pagarlo”, cuenta Estrada, quien estima que Littman pedía 200 millones de dólares. Como alternativa, Estrada gestionó el acomodo de la colección en comodato por cinco años a Costco y Comercial Mexicana. Las empresas construyeron el Centro Cultural Muros de Cuernavaca, espacio donde se exhibieron las obras en 2004.

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Según Proceso, por esos años, Estrada vio que el testamento decía que las piezas no debían salir de México. Hoy dice que las voluntades de los Gelman no están claras. “Yo sabía que no se puede, la señora Gelman quería que se conservara todo junto permanentemente, pero me acaban de enseñar otro documento donde sí lo permite. No me queda claro. Yo conocí el testamento de Nueva York y este (el nuevo) puede estar sustento en México”.

El exfuncionario también cuenta que el proyecto del comodato se vio interrumpido cuando un “farsante” que se hizo pasar por sobrino de Natasha Gelman amenazó con demandar para exigir la herencia de la colección. Esto provocó que la colección bajara su perfil y continuara con préstamos a exposiciones por todos el mundo, pero hoy su venta en Sotheby’s la coloca de nuevo bajo el ojo público. Sobre dónde estuvo antes de la subasta, Trujillo afirma que Littman las vendió a una familia de Monterrey.

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