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yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
Durante ocho años, la bibliotecóloga Diana Quezada Escamilla ha estudiado la situación, problemáticas, debilidades y fortalezas de las 7 mil 454 bibliotecas que existen en México y que conforman la Red Nacional de Bibliotecas Públicas; ha recorrido, entrevistado, cruzado datos y estadísticas, recopilado toda la información in situ y mediante diversas vías para crear dos proyectos fundamentales que podrían ser la base de una estrategia nacional a favor de los espacios y servicios bibliotecarios en nuestro país.
En 2015 publicó el Diagnóstico de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas en México, y el año pasado concluyó el Plan Estratégico para la misma Red Nacional que depende de la Dirección General de Bibliotecas de la Secretaría de Cultura federal; pero, aunque los ha buscado, a ninguna autoridad le ha interesado el diagnóstico ni el plan estratégico en el que ha trabajado desde 2011.
“Pedí entrevistas, apoyo, intervenciones y más, pero ni antes en Conaculta ni luego en la Secretaría de Cultura me han recibido. Los directores han hecho caso omiso, no se ha instado a la participación de los cuerpos colegiados en Bibliotecología y, tampoco, las asociaciones bibliotecarias se plantean dar el impulso necesario a este tipo de trabajos”, dice a EL UNIVERSAL la maestra en Bibliotecología y Estudios de la Información por la UNAM.
Hoy ha vuelto a la carga al enterarse de la Estrategia Nacional de Lectura. Diana Quezada sabe que es un asunto en el que deben participar todos los niveles de gobierno, los colegios y asociaciones de bibliotecarios y sociedad civil. Sobre todo sabe que el trabajo debe enfrentarse con una estrategia clara y con ejes de trabajo bien delineados con base en un diagnóstico nacional.
“Actuar sin pensar y sin el diseño claro de una estrategia nos va a conducir solamente al fracaso de proyectos y al desperdicio de recursos y esfuerzos; es loable que los gobiernos actuales se interesen por el fomento a la lectura y por mejorar las bibliotecas, gracias, es lo que necesitamos, pero hay que partir de un esfuerzo razonado, no de impulsos voluntariosos que perezcan en la próxima administración”, señala la también promotora de la lectura.
Tras varios años de trabajo y tras la conclusión del Diagnóstico, la bibliotecóloga por la UNAM y académica de tiempo completo en la Universidad Iberoamericana señala que su Plan estratégico para la Red Nacional de Bibliotecas Públicas de México plantea las cuatro prioridades estratégicas en las que debe trabajar la Dirección General de Bibliotecas que depende de la Secretaría de Cultura federal: Infraestructura, Tecnologías de la información, Recursos humanos y Desarrollo de colecciones especialmente hechas para cada comunidad.
Indica que estas prioridades se deben complementar con el cumplimiento y aplicación de la legislación de bibliotecas. “Hay 13 leyes estatales de bibliotecas, una Ley General de Bibliotecas, que por cierto fue actualizada en diciembre, y está la Ley de Bibliotecas del Distrito Federal. Tenemos que apoyarnos en la legislación, actualizarla y darle mayor vigor y que se cumpla lo que dice la ley”, pues dice que se requieren más que buenas intenciones e ideas.
Fortalecimiento de espacios. En la Estrategia Nacional de Lectura que impulsa el gobierno, las 7 mil 454 bibliotecas que conforman la Red Nacional de Bibliotecas Públicas representan el principal eje de acción de la Secretaría de Cultura en su labor de fomento a la lectura; sin embargo, la Dirección General de Bibliotecas no ha presentado ningún diagnóstico ni estrategia puntual para el fortalecimiento de los espacios bibliotecarios.
El único anuncio fue hecho el pasado 24 de julio cuando Marx Arriaga, director general de Bibliotecas, informó de la fusión de la Biblioteca de México y la Biblioteca Vasconcelos, y dijo que ambos recintos estarán bajo la dirección de José Mariano Leyva y que el propósito de la fusión es complementar los programas y servicios que ofrecen y, desde ahí, coordinar a las bibliotecas estatales, municipales y comunitarias, como una sola biblioteca central.
Los pasos dados se centran en sólo poner a disposición de los usuarios miles de libros y fomentar la lectura, para ello se han entregado dotaciones de más libros a bibliotecas estatales y municipales; y creado un catálogo bibliográfico colectivo de la Red Nacional de Bibliotecas denominado Zapata 2.0. Su argumento es que están en proceso de realización de un diagnóstico, pero no han quedado claras las estrategias.
Prioridades. Para la bibliotecóloga, la cuestión fundamental es que la Red Nacional de Bibliotecas de México trabaje a partir de cuatro prioridades estratégicas: Infraestructura edilicia, Tecnologías de la información, Recursos humanos y Desarrollo de colecciones especialmente hechas para cada comunidad.
Lo primero es trabajar en la infraestructura. “La mitad de las bibliotecas en México están en un recinto adaptado, en condiciones precarias, esa es una gran deficiencia y lleva a que haya espacios reducidos para la prestación de servicios”.
El segundo es desarrollar tecnologías de la información. “En 2005 se implementó el Programa de Servicios Digitales que buscó brindar de equipo de computo a las bibliotecas de la Red, se abastecieron alrededor de 4 mil, la mitad de las que tenemos ahora, se han ido abasteciendo más, pero la cobertura es desigual”.
En tercer lugar, Quezada habla de los recursos humanos. Asegura que en su mayoría, el personal de las bibliotecas carece de preparación profesional y que los cursos de capacitación son escasos. “Hace falta una estrategia de capacitación, pero además no hay criterios para el reclutamiento de personal”.
La cuarta prioridad estratégica es el desarrollo de colecciones. Quezada asegura que hay un rezago constante en la dotación de materiales bibliográficos, incluso hay estados, como Guerrero, donde los tenían en bodegas porque no tienen manera de llevar las colecciones a la montaña o a la Costa Chica. “Muchas veces las bibliotecas reciben donaciones, pero en general no se aplican criterios de descarte, que permitan decidir qué libros se encuentran en condiciones óptimas y qué temáticas son pertinentes para la población que atienden. Cada libro dentro de la biblioteca tiene un costo humano y cognitivo, se tiene que clasificar, catalogar, etiquetar; entonces las bibliotecas se saturan, hay una desorganización y se pierde el acceso por malas condiciones”.
Tras el diagnóstico y el plan estratégico, Diana Quezada dice que son más las debilidades, problemáticas y necesidades de la Red, que las fortalezas: 78% de las bibliotecas no cuenta con catálogo en línea. Pero en sus fortalezas está que cada una tiene una colección general y un sistema de clasificación eficiente, el Sistema Decimal Dewey, pero nada más.